Ave Nocturna

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Soy como un ave nocturna de las que despiertan cuando las sombras acechan.  Me olvido de la mujer tranquila, callada, de la sosa muñeca que temerosa ve el mundo de lejos. No muto como otras de mujer a hembra… simplemente soy yo despertando a la vida cuando tú, si, precisamente tú; en mis sueños, en ausencia y presencia, en mi realidad estás.

Mis acciones son eco fiel de lo que en sueños imagino, de los más profundos  pensamientos llenos de deseo, de los párrafos leídos en novelas que han quedado en el olvido,  de las ganas de ser y sentir libremente y en toda la extensión de la palabra.

Todos los días y a deshoras surgen mis ganas de ti, contigo, y en mis pensamientos y acciones estás tan presente que mi entrepierna está en una constante excitación, esperando el momento oportuno en que un pequeño roce de tu mano en cualquier parte de mi cuerpo sea el detonante para que la humedad florezca o para que una palabra tuya hablada o escrita encienda mis sentidos, mis ganas de ti… y surjo como una posesa, llena del deseo ardiente de tu piel, eres ese demonio-dios del sexo del que soy esclava en cuerpo y alma.

Y gracias a ti voy despertando a la vida… toda yo ardo del deseo incontenible y febril  del sexo… cada terminación nerviosa anticipa lo que puede ocurrir;  mis pensamientos evocan instantes vividos… mi boca desea recorrer cada centímetro de tu cuerpo… quiero besar lentamente cada recoveco de tu piel,  saborear  el salado sabor de tu sudor… aspirar el rico aroma a hombre que despides…  embriagando uno a uno mis sentidos ¡me agito y despierto!  Las  yemas de mis dedos recorren tu suave cuerpo, escribiendo palabras inconexas, inventadas por el solo placer del contacto de tu piel… mi lengua evoca la senda de mis manos,  y mi mente juguetona se pierde entre brumas, se olvida de todos y de todo y se dedica a sentir, solo a sentirte y se sorprende de no poder pensar coherentemente y querer más de ti.

Mi cuerpo enardecido de deseo puro anticipa el contacto de tus labios… suaves, calientes, que despacio van succionando no solo mis pezones, sino también mis miedos… y mis puntas erguidas quieren más de tu boca y no se cansan de gritarte a su manera que los sigas tocando, y tus manos y tus labios hacen un juego lento, retorcido, donde lames, muerdes, bebes mi carne que inflamada ambiciona más.

Tus dedos recorren mi espalda y mi cuerpo tiembla, se estremece sin parar… y mientras mi boca te besa, te lame primero suave subiendo intensidad… ¡mi alma se entrega a ti! Y escurro de placer donde tu oh mi monstruo pecaminoso juegas sin parar dándome un placer tal que un baño de lluvia dorada te cubre las manos…

Tocas mi piel temblorosa de ti y expuesta, haces en mí lo que en sueños eróticos llenos de placer tortuoso alguna vez soñé.

Con tus labios embistiendo mi dilatada flor vas sembrando en mi boca gemidos ahogados… caigo rendida a tu deseo: suspiro por un instante, cierro los ojos, ¡ya eres mi dueño! Me rindo y mi vida se escapa de mí.

Y antes que me penetres te tomo entre mis manos, te acaricio, te huelo, te siento… contemplando la belleza de tu miembro te saboreo… y al fin me atrevo a dejarlo entrar… pero en mi boca! Porque quiero paladear lo que es placer de dioses y comerte entero hasta saciar mi sed de ti… tu carne se me presenta ardiente, fogosa; como el calor que abrasa mi cuerpo que está volando entre gemidos y orgasmos… y damos rienda suelta al placer, cabalgando con el corazón desbocado, y ante el delirio por tus embestidas es tu aroma mi manjar y mi boca tu perdición.

El calor de tu cuerpo junto al mío, mientras cristalinas gotas de sudor perlan nuestras pieles que dispuestas a más se preparan para un siguiente juego de fruición… somos almas insaciables la una de la otra, somos cuerpos explorando los placeres del deseo carnal… tu mirada es mi cómplice y  mis labios tu deseo, y nos sumergimos en la inmensidad de la pasión y dejamos que nuestra imaginación nos lleve al más puro y glorioso momento del amor! (y no llegamos a decirlo por miedo a que el encanto nos rompa en mil pedazos y nos aleje sin remedio).

Soy como un ave nocturna de las que despiertan cuando las sombras acechan… no pido amor, sólo un abrazo! uno que nos conciba sentir pertenencia… y un beso, que me lleve a volver a tu regazo.

¡Y cuando te vas nos llenamos de sueños eróticos, de deseo tortuoso, de ese placer indescriptible de tu ser junto a mi piel; de esas ganas de ti y de mí!

 Y a diario surgen las ganas de escaparnos de nuevo al mundo que hemos creado por y para los dos, donde la luna llena muda es testigo del acto final de nuestra pasión, al refugio en que entre sombras solo nosotros existimos.

 

Malu Ramírez


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