Inquietud (y IV)

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Víctor continúa su trabajo impecable, haciendo gemir a Sonia solo con sus dedos. Con mucha calma, toma su mano y la coloca sobre su polla erguida, pero todavía algo blanda, con un glande lustroso. La primera reacción de Sonia es retirar la mano al notar el contacto, sin embargo él insiste y vuelve a colocarla. Esta vez la mano no solo no se retira, sino que tímidamente la rodea entre sus dedos y la frota ligeramente.

- Me encanta sentirte ahí - le dice mientras presiona su clítoris con el dedo índice mientras con la otra mano abre su coño

Sonia no habla, gime y abre tímidamente los ojos para obtener una imagen de lo que esta ocurriendo, de lo que está haciendo, de cómo está perdiendo el sentido. Justo después de mirar lo que tiene en su mano, y de contemplar el increíble cuerpo de Víctor, gira su cabeza hacia su marido.

Oscar no cambia su postura, y responde de nuevo con una placentera sonrisa lanzando un beso con sus labios mientras se toca de una forma más notoria.

Sonia echa de nuevo su cabeza atrás, suelta la polla y abre un poco más sus piernas entregándose por completo a Víctor, que con muchísimo oficio sigue masturbándola.. hasta que dice

- Verás Sonia, el masaje acaba así... seguiré hasta que.. bueno hasta que te corras.. vale?

- Si, ohhhh.... -contesta Sonia con claridad y sin rubor... entregada

- Sin embargo, si quieres... podemos acabarlo de una forma diferente... no es nada más allá.. no te preocupes... pero creo que te puede hacer disfrutar un poquito más... si quieres claro.....

- No se... como quieras.. susurra Sonia entre gemidos...

Víctor retira sus manos y se coloca junto a ella, a un lado de la camilla. Introduce los brazos bajo su espalda y piernas, y la coge en brazos. Sonia rodea su cuello con su brazo y se deja llevar, suspirando, con su sexo ardiendo y la cara muy cerca de la suya.... completamente rendida.

Camina hasta la cama, la posa suavemente sobre ella..

-Siéntate en medio de la cama por favor.. le dice mientras el sube para hacer lo propio tras ella. Abre las piernas y cogiéndola de la cintura le dice al oído.

- Acércate hacia mi... ven preciosa.

Sonia arrastra su culito hacia atrás ayudándose de las manos hasta notar el contacto de la piel de Víctor.

- Un poco más cerca... -susurra él

Sonia se pega un poco más hasta notar en su espalda el contacto con la polla de Víctor, que él coloca verticalmente para permitir que se pegue lo más posible. Sonia la nota a lo largo de espalda, mientras apoya sus manos en las fuertes piernas de Víctor, abiertas para recogerla entre ellas.

- Ahora quiero que abras bien tus piernas... le dice mientras suelta sus caderas, aparta su negra melena para besar su cuello y comienza a sobar sus pechos aceitosos lentamente, pero con firmeza, pellizcando sus pezones.

Sonia apoya la cabeza atrás, en el hombro de Víctor, y empieza a gemir y retorcerse cuando nota como sus manos bajan por el vientre hasta sus muslos, los separan y poco a poco se deslizan hacia su entrepierna, retomando las caricias de apenas un par de minutos en cu coño abierto. Con la mano izquierda abre su sexo mientras con la izquierda presiona suavemente el duro clítoris.

Sonia se acerca al punto de no retorno, se muerde su labio inferior mientras acompaña con las caderas a los dedos de Víctor, notando como su polla se le clava en lo bajo de la espalda mientras hunde sus manos en el colchón.

Cualquier otro hubiese subido a Sonia encima y la hubiese penetrado llegado ese punto, y Víctor no era menos, había traspasado ya la frontera del masaje erótico, y estaba disfrutando, gozando de aquella hembra que su propio marido había puesto ante él, esa mujer que, sin el cuerpo escultural de las chicas con las que acostumbraba relacionarse, lo estaba consumiendo por dentro, esas generosas tetas ligeramente caídas, esos pezones oscuros, excitados, ese delicioso trasero con minima celulitis.. esa pedazo de mujer que se derretía en sus dedos.

Sin embargo, había algo que le impedía, a pesar de desearlo, traspasar ese límite, aún estando seguro de que Sonia lo desea igual o más que él, pero de alguna forma, Víctor sabe que su papel en esa habitación no es ese.

Así que besa con fuerza el cuello de Sonia de nuevo, agarra con una mano las dos tetas empujándolas hacia si, mientras empieza a acariciar con rapidez su clítoris.

Ella se mueve cada vez mas fuerte, sin salirse de su sitio, sacudiendo las caderas, diciendo con una dulzura exquisita

- No pares por favor, no pares.... mmmmm siiii, dios mío.... ohhhhh, ohhhh

Sonia cierra los ojos. Su vientre se tensa, las sacudidas de sus cadera son ahora secas, firmes, su respiración de entrecorta dejando escapar los gemidos más sensuales que tanto Víctor como Oscar hayan oído nunca, hasta caer relajada apoyada en su pecho, jadeando sudorosa con los ojos cerrados.

Víctor la acoge en su pecho y acaricia su pelo hasta que recupera el aliento.

- Ha sido el mejor masaje que haya dado nunca a nadie Sonia- le dice para luego besar su frente, tenderla sobre la cama, y levantarse.

Mientras se viste y recoge sus cosas, Oscar se acerca a la cama, acaricia una mejilla a su mujer y sonríe cuando ella abre los ojos

- Ha sido precioso, he gozado viendo como disfrutabas.....

Ella se incorpora y se echa en sus brazos rompiendo a llorar confusa por todas las emociones que la asaltan en ese momento.

El ruido de la camilla plegándose desvía la atención ambos

- Ha sido un placer, espero haber cumplido las expectativas.... de ambos- dice Víctor

- Sin duda -contesta Oscar

Sonia no contesta, pero su mirada complaciente, entre lágrimas, deja a Víctor muy tranquilo. Coge su camilla y sale de la habitación.

Sonia se acurruca entre los brazos de su marido, el único lugar del mundo en el que se siente realmente protegida. Se besan suavemente, y sin decir palabra alguna, empieza a abrir los botones de la camisa de Oscar, a besar su pecho mientras con su mano busca la bragueta.

Oscar, sentado el borde de la cama, levanta su trasero para bajarse sus vaqueros y empieza a acariciar los pechos de su mujer mientras ella saca la polla de sus boxer, lo mira a los ojos, y se sube a horcajadas sobre él para comenzar a hacer el amor como ninguno de los dos recuerdan, con tanta intensidad que en apenas dos minutos, ambos caen rendidos sobre la cama, jadeantes, abrazados... felices.


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