El hotel

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Vuelo a New York, seis horas de retraso, llueve a mares, estas cansada y te duelen los pies.

Las maletas no aparecen y el teléfono no tiene cobertura. Una hora más para encontrar un taxi, sigue lloviendo. Cansada y mojada te metes en uno y le das al taxista la dirección del hotel escrita en un papel mojado, casi ilegible.

Una hora más hasta el hotel, de atasco en atasco. Maldita lluvia.

Problemas con la reserva de la habitación, la señorita que cogió los datos se equivocó al escribir tu nombre y no tienes habitación.

Una hora más para conseguir un lugar donde poder pasar la noche.

Ya en la habitación deshaces las maletas y te quietas la popa empapada por la lluvia que cae incesantemente sobre la ciudad. Más relajada te propones darte un baño de espuma para olvidar este día tan odioso.

Te quedas en ropa interior y vas preparando un baño de agua caliente con mucha espuma. Antes de meterte en la bañera haces una llamada a recepción para que el servicio de habitaciones te traiga algo de cena.

Te sumerges en tu mundo de espuma y cierras los ojos intentando disipar lo acaecido durante el día, sólo tú, el agua, la espuma y las burbujas.

Al rato el servicio de habitaciones te trae la cena pero al ir a llamar a la puerta se da cuenta de que esta abierta y entra sin llamar.

Introduce el carrito en la habitación y al ver que hay luz en el baño, se da cuenta de que tú estás dentro. Sin ningún tipo de miedo te observa por la rendija que deja la puerta entreabierta y al percatarse que no te has dado cuenta de su presencia, entra sin hacer ningún tipo de ruido. Se coloca a tu espalda y sin mediar palabra te empieza a acariciar los hombros de una manera tan dulce que no haces ni el mínimo esfuerzo por darte la vuelta.

Te encuentras entre relajada y nerviosa mientras esas manos suaves y a la vez fuertes y firmes empiezan a bajar por tu pecho, enjabonando todo tu torso desnudo.

Quieres mirar pero no te atreves pues no quieres que se asuste y se vaya ese hombre que te está haciendo sentir de una manera como nunca antes lo habías hecho.

Sus manos han recorrido todo tu ser hasta lo más profundo de tu tesoro y te retuerces de placer sujetándole las manos para que no las retire.

Sin saber como, te encuentras de pie, de cara a la pared y con un completo desconocido abrazándote por la espalda, apretando su sexo contra ti, intentando hacerte suya.

Tras una breve oposición te dejas llevar y permites que te inunde de él. Entre el agua caliente golpeándoos en el cuerpo, el vapor generado por el calor y la manera de amar de ese loco amante llegas a un punto en el que la relajación es total después de haber sentido el más intenso de los orgasmos nunca experimentado en tu vida.

Tras un instante que te ha parecido una eternidad, notas una mano en el hombro y una voz que te indica que estás a punto de aterrizar y que te abroches el cinturón de seguridad. Sigues en el avión.

¿Ha sido un sueño? Te preguntas mientras observas al tipo del asiento de al lado que con una sonrisa en la boca te mira con obvio interés, te resulta familiar, pero no sabes por qué.

Coges las maletas, hace un día espléndido y, al subirte en el taxi la brisa te hace llegar un aroma conocido, el aroma de las burbujas de tu baño en el hotel.

Tu compañero de vuelo pasa a tu lado en otro coche y te lanza un beso con una sonrisa maliciosa en sus labios.

Mueves la cabeza como quitándole importancia y te subes al taxi, le das la dirección al taxista escrita en un papel. El sol brilla y te dices a ti misma…”Hoy será un día maravilloso”


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