Amor vampírico

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Estás de pie enfrente de una gran verja que guarda la entrada de una mansión del siglo XVI que has venido a enseñar a unos clientes, pero parece que la puntualidad no es su fuerte.

El sol se empieza a ocultar por el horizonte y una extraña niebla hace su aparición proveniente del bosque cercano.

Inquieta y algo temerosa te acercas a la puerta con pasos acelerados pues aunque esta desierto notas la presencia de una presencia extraña que te observa.

Dentro de la casa la oscuridad te abraza como un amante a su amada, te aprietas los cuellos del abrigo para sentirte más protegida y comienzas a andar hacia el gran salón contiguo a la entrada.

Los muebles cubiertos por sabanas denotan que la mansión no ha sido habitada por mucho tiempo, preguntas si hay alguien pero tus palabras perecen ahogarse en el aire enrarecido.

Un rayo de la luz de la luna que se atreve a entrar entre los grandes cortinajes de la vidriera alumbra el gran retrato que desde arriba de la chimenea preside la estancia.

Notas que algo o alguien te observa oculto en la oscuridad, pero al darte la vuelta es la misma oscuridad la que no te deja ver nada con claridad, sólo un brillo de ojos al final de la habitación.

De repente y sin explicación alguna, la enorme chimenea de tu espalda se enciende y con su luz te muestra lo que tenías prohibido ver hasta hace un instante.

“No temas”.-susurra una voz cálida y pausada “Eres bien recibida en mi humilde morada”

Sin saber cómo ni por qué te ves irremediablemente atraída por esa voz que penetra en tu cabeza como un dulce licor que embriaga tus sentidos.

Te dejas llevar como un pañuelo a merced del viento y te encuentras delante de un hombre con el semblante pálido, pelo largo y oscuro y ojos brillantes y profundos.

Sus ropajes te muestran que su status ha sido y es de alta alcurnia.

Te cede su mano y la aceptas de buen grado, música de cámara suena por toda la casa y cada vez los cuerpos están más juntos. Sus brazos te rodean, se funden con tu cuerpo y en una borrachera frenética de vueltas y giros tus pies se despegan del suelo y te encuentras suspendida en el aire en brazos de un ser que embriaga tus sentidos y nubla tu conciencia.

Notas como el calor de tus emociones hace que tu alma se despoje de toda ropa moral y accedes a caer en brazos de la lujuria y el placer sin medida.

Te penetra suavemente, sin prisa. Notas como él va llenando cada parte de tu ser, cada poro de tu piel ahora le pertenece, cada gota de sudor es suyo. Dos cuerpos, un alma, unidos en perfecta simbiosis.

Siente cómo te llega el orgasmo y en ese preciso instante hunde sus colmillos en tu cuello desnudo para convertirte en lo que él es y te susurra al oído….: “Estaremos juntos océanos de tiempo mi amor”.

Justo después de oír eso, te desvaneces y tranquila, dejas que Morfeo te lleve a su reino.

Tras unos minutos, una mano en el hombro te sobresalta y te despierta de tu letargo.

Los señores McMurray han llegado, disculpándose por el retraso. Te arreglas el pelo y comienzas con tu labor de guía mientras, aún aturdida intentas recordar algo que no sabes a ciencia cierta si ha pasado o no.

Pasas la mano por tu cuello y notas dos pequeñas heridas, como si alguien te hubiera mordido. Te miras en el enorme espejo del pasillo y con una sonrisa maliciosa dejas entrever debajo de tus labios, los nuevos colmillos, señal de tu nueva condición de inmortal.


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