LAS ROSAS AMARILLAS
Por MORRIS
Enviado el 29/09/2014, clasificado en Adultos / eróticos
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Amanece un nuevo día y un rayito de luz primaveral acaricia tus cabellos que yacen sobre tus níveas sábanas.
Te asomas al balcón y descubres un precioso día con un cielo radiante presidido por el astro rey, la gente pasea por la calle y un nuevo olor te invade hasta lo más adentro de tu ser, un olor dulce y maravilloso, como a flores. Pero no hay ninguna floristería cerca y estás en medio de la ciudad.
Una duchita para desperezarte del todo y algo cómodo y liviano para pasar el día. Te decides por ese vestido corto de gasa que te regaló tu hermana por tu cumpleaños.
Al salir del portal ese olor te inunda de nuevo, una fragancia de jazmín desborda tu olfato y como si estuvieras hipnotizada te diriges hacia la esquina más alejada de la plaza. Allí descubres que donde estaba la vieja panadería hay ahora una floristería de lo más coqueta.
Te acercas a la puerta y sin llamar te adentras ensimismada con la gran variedad de flores exóticas que allí dentro se exhiben.
En un cuartucho del final observas que hay luz y alguien dentro, te acercas y compruebas como un chico joven de pelo largo y con tatuajes el los brazos modela un ramo de flores con sus tijeras de podar.
Las trata como si fuera el cuerpo de una mujer, lo roza casi sin tocarlo, haciendo que las flores lo sientan y se yergan excitadas y coquetas por su cambio de look, como si de un estilista se tratara las junta y las corta, las airea y humedece.
Un ritual sensual que empieza a hacer efecto en tu libido, haciendo que tus manos se deslicen por debajo de tu falda, algo inexplicable te empuja hacia el interior de la estancia descubriendo tu presencia y sorprendiendo al amante de las flores.
Con una sonrisa en los labios y alzando su mano te invita a pasar, como si le conocieras de siempre te acercas a su lado y le besas en la comisura de los labios, sin casi inmutarse retira el ramo de flores que estaba preparando y de un arcón próximo saca un ramo de flores grande, pero seco y marchito y lo coloca encima de la mesa.
Se coloca delante de ti y te cierra el paso con sus brazos apoyados a ambos lados de tu cadera, cercándote, mirándote a los ojos y sintiendo tu aroma.
Tú estas embriagada de perfume, emborrachada en esencias de lejanos países te recuestas sobre lo que antes era muerte y soledad y ahora es una cama de tus flores preferidas, rosas amarillas.
Flores que desde pequeña te han llamado la atención y que de mayor te han llenado de buenos momentos y que inexplicablemente él sabe el efecto que causan en ti.
Te recuestas sobre tu espalda y cientos de pétalos te cubren todo el cuerpo mientras sus besos te hacen estremecer de placer en una mezcla de sentimientos insólitos y carencias emotivas satisfechas.
Tus manos se aferran a su espalda y con tus uñas dibujas serpenteantes caminos por su piel acercándolo cada vez más a ti.
Los dos desnudos y sudorosos explotáis en un intenso orgasmo floral; pétalos, esencia y seducción.
Cuando te recuperas, recoges tu ropa y te marchas, miras detrás de ti fugazmente y regresas a tu casa.
Pasas todo el día pensando en lo acaecido y decides que al día siguiente irás a hablar con el florista para aclarar lo sucedido.
Te levantas temprano, los nervios no te dejaban dormir. Una ducha, un vestido y presurosamente sales a la calle. Cruzas la plaza y al doblar la esquina .la panadera me ofrecía mi barrita de todos los días. Incrédula, miras dentro pero solo está el obrador de siempre.
Al marcharte la buena panadera te regala algo que te deja atónita, una barra de pan con forma de rosa, una rosa amarilla, con una nota que dice, De tu florista.
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