Otra vez infundado en el dolor, temo cuando cae la noche, es un castigo fatal, cada estrella del firmamento me hace recordarte, o cuando me decías que tu amor era tan grande como la luminosa estrella que alumbraba nuestro encuentro nocturno. A veces pienso en buscarte, y decirte por que te fuiste, porque me dejaste con este dolor que cada noche se desborda con cada lágrima que recorren por mis mejías tan frías, de tanto esperarte en este viejo banco de este parque donde aquella noche te entregue mi Amor para que tú lo cuidaras, lo protegieras y lo alimentaras.
Nunca supe de ti, la última noche, cuando nos vimos y me susurraste al oído que me Amabas, que te pertenecía, que me adorabas. Ahora solo me queda recordarte, con cada lágrima, con cada suspiro, con cada amanecer, y cuando termine el día solo pido que se apiade de mí.
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