UN NIÑO POBRE EN NAVIDAD

En una noche fría víspera de Navidad, en todas las calles se oía algarabía, luces de colores, villancicos, escaparates iluminados, está empezando a nevar. Gente que se apresura a hacer las últimas compras para regalar.


Javier, un niño de corta edad, deja a su madre en la cama, ella está delicada de salud. Él, con un viejo pantalón remendado y una corta chaquetilla, sale a la calle, va recorriendo, noche tras noche, los supermercados más cercanos , abriendo contenedores, buscando entre ellos, fruta ya demasiada madura, algún paquete de pan de molde ya caducado y algún que otro yogurt también inservible. Siempre encuentra algo para llevar a casa.


Se acerca la Noche de Reyes, los niños ya con su alegría reflejada en sus caras quieren ver y entregarles sus cartas. Se forman largas colas delante de unos grandes almacenes. Javier también tiene hecha una carta, pero cómo va a poder entregársela a los Reyes con los harapos que lleva! , la gente lo mira mal, lo aparta, el intenta camuflarse entre los otros niños. Sus ojos brillan ya está llegando al gran trono dónde está sentado el Rey Gaspar, es su favorito.


Al llegar delante, no se atreve a subir las dos escalinatas que lo separan, pero el rey, al observarlo, le alarga la mano y le dice: “Sube muchacho”. Él, le obedece y al llegar le entrega su carta. Gaspar la abre y sorprendido le dice: “¿No has escrito todavía tu carta, no pides nada hijo mío?” Y el niño le contesta: “No quiero nada para mí, sólo quiero que me traigas una estufa para que mi madre se pueda calentar, está enfermita y pasa mucho frío” Gaspar, sorprendido le contesta no te preocupes tu mamá tendrá el obsequio. Y el niño le replica si no me la puedes traer tú, se la pediré al Señor, pues creo que este deseo me lo concederá, cada noche le pido para que ella sane pronto y podamos ser felices.


Al día siguiente en casa de Javier una gran estufa calentaba el comedor.