Quise hablarte pero el viento se llevo mis palabras y nunca llegaron a ti.
Quise verte pero el sol se apagó de repente hundiéndome en una completa oscuridad.
Quise tocarte pero el hielo insensibilizó mis manos y no pude sentir tu piel.
Quise olerte pero las flores potenciaron su aroma y ocultaron tu perfume.
Quise probar tu sabor pero mis labios se cerraron para siempre.
Ahora ya no hay ni viento, ni sol, ni hielo, ni flores, y mis labios están libres .
Pero ya no estoy, me fui, mi cuerpo vive pero mi alma esta destruida y convertida en mil susurros de lamento.
Ya no estoy, me fui para no sufrir, para no luchar, para no sentir.
Derrotado y rendido, se apagó la luz de la esperanza que mantenía mi pecho con vida.
Ahora la confusión, la ira y el caos reinan en mi mundo.
Si, te arranque de mi corazón como a esa espina que taponando la herida hace que sigas vivo y que si la extirpas deja brotar toda la vida que este contiene en su interior, y al hacerlo, sentí como mi vida se iba con ella.
No supe controlar al viento, no pude encender el sol, no pude derretir el hielo, y mucho menos olerte, flor.
La desventura corre a mi encuentro, como una amante al encuentro de su amado, como las olas que inexorablemente llegan una y otra vez a su destino y allí, dulcemente mueren, complacidas por haber alcanzado a su gran amor la orilla.
Ya la acogí como compañera de viaje, se acostumbra uno a lo malo.
Ya tus sentimientos van desapareciendo y el frío hielo va invadiendo tu alma.
Ya dejas de querer, ya dejas de amar, ya dejas de ser.
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