En mis sueños, solo se llorar. ¿Quién me acompañará en este nuevo retrato próximo a pintar? Qué difícil se me hace ver mi reflejo, dónde quiera que me encuentre lo único que logro ver es un maldito espejo. ¿Por qué no me veo? ¿Por qué no te veo? Dónde quieras encontrarme, encontrarás soledad. Qué mundo incomprensible es envejecer, arrugas y tristezas continuas, millones de puestas de sol que jamás conocerán la amnistía de la bella luna.
Un té que se convierte en veneno, cuatro galletas de arroz y una revolución cibernética. Lentes de sol, melodías agudas y crisis política, ciegos que logran ver en lo más profundo de su ser, almas perdidas que buscan a sus guías en el fondo de un whisky barato. Pinturas que pierden gracia, lacras sociales caminando libremente y la belleza de tu sonrisa.
Monólogos simples, amores a distancia y mis pies sobre la mesa. Descortesías, mano de obra esclava y un nuevo siglo. ¿Qué será de nosotros cuando congelemos nuestras almas en una profunda melancolía? Dolores corporales intensos, adicciones que suben por un camino sin vuelta y atrás escondido un terciopelo azul. Silencio de la ciudad, increíblemente fuerte que atesora los pedidos hambrientos de quienes ya no están. Una última cena, fría y sin gusto para despedir a quienes ya nos despidieron. Pocos amigos y amores sombríos, lentes de contacto impregnados y ni dios podrá pararlo, caos.
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