Denunciar relato
Suenan trompetas de callado silencio,
racimos de muertos inundan las calles,
deambulando en perezoso movimiento.
De la callada monotonía suben,
invisibles ángeles que entre el asfalto,
sus corazas y alas de mármol refulgen.
De sus pútridos incensarios, hediendo,
entremezclado con vocerío urbano,
se eleva en silencio clamor negro y eterno.
Mientras, los muertos, en su caminar ciego,
van bebiendo, dóciles, sorbos de un tiempo
que muere en la nada, que nunca fue eterno.
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