Esperanza (parte 1)

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Hace mucho que no te leía… era tanto el dolor instalado en mi corazón por aquellas últimas palabras que dijiste que cada que intentaba mirar un libro tuyo las lágrimas anegaban mis ojos y mi alma se rompía un poco más. Desde aquel entonces he cambiado tanto… yo, la niña confiada en bonitas palabras, la que todo creía, la que nada cuestionaba ya casi ha muerto! Todo gracias a ti. 

 

Era septiembre, finales si mal no recuerdo; todo era tan bello… nos veíamos dos o tres veces por semana, platicábamos, hacíamos el amor… nos íbamos complementando de tal forma que cualquiera que nos veía decía que entre nosotros lo que había era amor. 

 

No sé si me confié demasiado en lo que estaba sintiendo, si era tal mi necesidad de tu cariño, de tu atención, que nunca vi venir lo que al final pasó. Todo fue tan rápido… de la noche a la mañana me mandaste en un mensaje que todo terminaba, que lo nuestro ya no podía ser, que este era un adiós definitivo, que podríamos seguir siendo amigos pero nada más. 

 

Mi mundo se rompió… no quisiste verme, no diste explicaciones… solo dijiste adiós. Traté de buscarte, de saber una razón, de hacer que mi mundo pudiera existir sin ti sin mucho éxito… aquel hombre del que me había enamorado locamente había desaparecido! Todas tus palabras de amor y pasión se fueron por la borda… te atreviste a decirme incluso que todo lo que escribías no era por mí ni por nadie cuando días antes me preguntaste el por qué creía que no lo eran… ¡que era yo la fuente de inspiración de tus escritos! 

 

Aprendí de la manera más cruel y dolorosa que los humanos somos mentira, maldad, que nos regodeamos en el dolor ajeno… que el amor no existe, y si lo hay solo es sufrimiento. 

 

Llevo meses tratando de sobrevivir a tu rechazo, tenía demasiado tiempo de no enamorarme, de no entregar el corazón… y a ti te entregué hasta el alma… hiciste en mi mente primero y después en mi piel lo que nadie nunca había logrado! Yo la mujer de hielo, la que nada ni nadie tocaba, con un solo roce de tu mente y de tu mano se esfumó… contigo fui toda pasión, toda locura, toda amor… aquellos que me conocían se sorprendieron de verme así. 

 

Tras la ruptura tuve que esconderme de todos y de todo, no quería su lástima, su compasión… ya había sido suficiente con lo que no tenía más como para aguantar aquello. Hice de mis tardes y mis noches en soledad un mar de llanto continuo, lloré a grito abierto, día tras día durante varios meses fui ese guiñapo de mujer que me había prometido no ser más hacía mucho… llegué a odiarte y amarte al mismo tiempo, tanto, que no se hizo esperar mi reclamo a Dios por quitarme lo que más amaba, el motor de mi vida, la razón de mi existir. 

 

Afortunadamente llegó un poco de paz a mi alma, verte de nuevo y estar cerca de ti, escuchar tu voz fue para mí temor y alivio… pudimos platicar de vaguedades, claro que esa complicidad que había antes no regresó, pero al menos tenía la oportunidad de estar cerca de ti, de ver cuánto a pesar de todo me extrañabas y una veta de esperanza se vislumbró de todo aquello. Vaya confianza la mía… más tardé en acercarme a ti otra vez que tú en volver a huir… remataste de tal forma mi alma que ahora no creo más en las palabras de nadie, si, de nadie. 

 

Ahora soy sarcástica con cualquier palabra linda que me dicen, todos aquellos que se acercan a mí terminan por irse pues se topan con la frialdad y la incredulidad… nada ni nadie toca ya mi mente, mi alma, mi ser… mucho menos mi corazón. Así de marcada mi vida está por ti! 

 

 

Malu Ramírez


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