LA MOSCAPUÑETERA
Era un individuo que tenía complejo de mosca puñetera. Y estaba todo el día dando el coñazo. Se contentaba con hacer patente su presencia con un zumbido que molestaría a la persona con más paciencia del mundo, y a medida que encrespaba más el ánimo de quien estaba presente, su zumbido se hacía más ensordecedor. No contento con esto cuando su víctima se despistaba se colocaba sobre su brazo, aprovechando para sacar su trompa por donde succionar la sangre, que era fuente de alimento.
Una vez saciado su apetito y no conforme con ello, jugaba a revolotear en las proximidades de quien había elegido para desarrollar su habitual juego con un aleteo de alas cada vez más insistente. Para persistir en sus macabras intenciones se dedicaba a pasear de un lado a otro sin dejar un momento de asueto a aquel que estaba presente, cosa que despertaba en éste su ira hasta hacerle perder el control. Cosas todas ellas que el pícaro insecto provocaban risa y satisfacción. El hombrecillo que estaba leyendo el periódico, incordiado por el insistente insecto, en un arrebato la emprendió a periodicazos con el travieso animal para que este le abandonara.
Pero nada más lejos de su intención. Lo que ocurrió, cuando menos se lo esperaba es que invadieran el salón, no una sino varias moscas puñeteras creando una atmósfera insufrible, llegando incluso a hacer pensar a nuestro lector que cuanto sucedía a su alrededor, tendría solamente dos soluciones: Un sentimiento cargado de impotencia y frustración o mantener una lucha sin cuartel para acabar con esta maraña en la que se había visto envuelto sin querer aquel hombre hecho desdicha.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales