Hielo y fuego. (gay)
Por Bad Wolf
Enviado el 23/10/2014, clasificado en Adultos / eróticos
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Que frío se siente cuando entras a una pista de hielo. No importa cuántas veces lo hayas hecho, siempre el aire frío y el suelo mojado te tomaran desprevenido, y hoy no fue la excepción.
Con mi equipo y mis patines al hombro me siento en una banca a esperar que la máquina quite la nieve que quedaba sobre el hielo. Mi aliento forma pequeñas nubes en el aire que se desaparecen en segundos y verlas hace que el tiempo pase más rápido.
La práctica de Hockey comenzó bien y no esperaba más. Ser el capitán lleva sus responsabilidades, tengo que levantar la moral del equipo cada día, debo ser la inspiración de todos y su amigo al mismo tiempo, cosa nada sencilla.
Nada en la vida me gusta más que sentir las cuchillas de mis patines raspar el hielo, es lo más parecido a caminar sobre agua, a flotar sobre el suelo. He dado mi máximo cada día para demostrar a los demás lo que valgo.
Cuando termina la práctica me siento en las gradas con mis amigos a ver ensayar a las chicas de patinaje artístico. Siempre ha sido una tradición verlas, sólo que últimamente suspendieron las clases por un cambio de reglamento o algo así, pero están de regreso y, bueno,¿a quién no le gusta ver chicas girando en un vestido corto demasiado apretado?
Pero no sólo entraron chicas al hielo, y sorpresa para todos cuando vimos a chico entrar con ellas. Mi atención paso de los muslos de una rubia a los finos rasgos de la cara del chico. Tenían algo que me hacían imposible apartar la vista. Su nariz era afilada, su cabello castaño levantado y alborotado en un estilo rebelde, tiene unos pómulos definidos y un cuello delicado. Sin esfuerzo podría haber pasado por una chica. Su sonrisa era tan blanca como el hielo bajo sus pies y sus ojos oscuros y brillantes como obsidiana. Lleva algo así como unos mallones negros y una playera de manga larga de lycra en cuello V. Sus patines son negros y ligeros, opuestos completamente a los míos que son toscos de color azul y blanco.
Sin saber porqué, mis ojos estuvieron pegados a él durante todo el ensayo. No sabía si era morbo o si era admiración o simple curiosidad. Mis pensamientos chocaban unos con otros, desde "que maricón se ve" hasta "Wow, sabe patinar muy bien". Pero no me daba envidia, ni siquiera me fije en las demás chicas y creo que mis amigos lo notaron.
-Una foto te duraría más-me dice un amigo, despertándome de mi hipnosis.
-Vaya marica-respondo.
-Lo sé, no sobreviviría a un entrenamiento con nosotros.
-No lo sé, patina muy bien-digo sin saber por qué. Siento que debo atacarlo, pero algo dentro de mí me hace defenderlo y justo cuando digo esto, levanta la pierna sin dejar de patinar, haciendo un Split completo en movimiento.
-Patinaría muy bien si fuera chica.-me responde y carcajea.
Después de unos minutos todos nos levantamos y salimos. Afuera ha enfriado, no se siente la diferencia que se sentía hace tres horas al entrar. Me pongo un gorrito negro de frío y camino rumbo a mi casa hasta que Dany, otro de mis amigos me detiene.
-Tad, creo que olvidaste tus patines-siento la falta de su peso en mi hombro-Los traías en las gradas, apostaría que ahí los dejaste.
-Gracias, Dany. Regresaré por ellos, nos vemos luego.
No me molesta volver para ser sincero, quiero echar un último vistazo a ese chico antes de borrarlo de mi mente para siempre, pero cuando llego no están ni la clase de patinaje artístico ni mis patines. Corro a la oficina y ahí están. Alguien los ha llevado a "Cosas Perdidas".Cuando los tomo, la mujer me señala a quien los ha llevado. Un chico de cabello castaño y mallones negros.
No me necesito hablarle, solo le agradeceré y me iré. Pero me siento horriblemente nervioso, de repente siento el aire frío y comienzo a temblar. Dejo de pensar y corro tras él.
-Gr Gracias por mis patines.
-Oh, de nada. Los vi en las gradas y pensé que debían ser de algunos de ustedes. ¿Jugas hockey, cierto?
-Sí,¿Tú haces patinaje artístico, no?
-Sí, trato de-se ruboriza cuando responde. Su voz es delicada y dulce-un poco femenino, lo sé.
-No hay problema, todos tenemos algo femenino- No sé porque he dicho eso y me reprendo mentalmente pero es muy tarde, sus ojos se iluminan.
-¿Verdad que sí? Es algo tan dentro de nosotros que tenemos miedo de sacarlo porque la gente reiría de nuestro verdadero yo. Pero como sea, me llamo Brenn.
-Yo soy Tadeo-digo y extiendo la mano. Él la toma y es tan cálida que no quiero soltarla, cuando lo hago noto que sonríe.
-¿Por qué te metiste a los vestidores?
Me doy cuenta de estar en las duchas y me río. No sé qué está pasando conmigo.
-No sé-digo entre temblores.
Brenn se ríe y comienza a desamarrar sus agujetas, se quita los patines y se estira quitándose el sueño. Veo sus costillas y los músculos de su cuello contraerse y lo siento.
Algo dentro de mí detona.
Me le acerco y lo jalo a mí. Nos besamos y siento como él se reprime, pero luego cede. Fue un tiro arriesgado asumir que le fuera a gustar, pero he acertado.
Mis suspiros se entrecortan y él me toma del cuello. Le meto la lengua cuando caminamos a las duchas y cierro la puerta de una de las regaderas. Él aun trae los mallones y el leotardo, así que cuando lo toco siento la tela sintética. Él se da vuelta y me da la espalda y susurra:
-Con cuidado.
Sé lo que quiere y me sorprendo de quererlo yo también. A mis 18 tendré mi primera experiencia sexual gay y me está gustando.
Masajeo su entrepierna con mis dedos y bajo poco a poco la tela. Desabrocho la unión del leotardo entre sus nalgas y le meto uno, dos, tres dedos. Sus gemidos me hacen salivar querer morderlo y besarlo. Cuando 4 de mis dedos entran y salen sin problema me desabrocho el cierre y dejo ir mi erección. Siento como entra, como se desliza dentro de él. Es tan larga que no sé si entrará toda, pero lo hace y al le gusta porque se pega más a mí empujándola aun más adentro. Estamos así durante varios minutos, yo entro y salgo. Lo tomo de las costillas, los hombros y lo jalo a mí.
-Úsame, vamos.-me dice.
Eso me prende, que me desato y lo embisto más y más fuerte. Cuando lo tomo del estomago siento su erección mojada a través del leotardo blanco. Se ha venido sin tocarse. Sigo embistiéndolo hasta que siento como algo dentro de mí explota y me relajo. Mis caderas son erráticas y lleno de mi leche su interior. Nos quedamos así unos momentos hasta que veo que sus mallones se están manchando de mi semen y salgo de él.
Veo que he hecho y mis ojos se cristalizan. He tenido, sexo, sexo gay en una regadera con un desconocido. Una perla cae de mi ojo a mis labios y luego otra y otra.
Estoy llorando.
Me siento el suelo y gimoteo tapándome la cara. Siento los dedos de Brenn en mis rodillas y me dice:
-Tranquilo, tranquilo. No pasa nada. Juro que jamás diré nada, lo juro de verdad.
Levanto la vista y veo que él llora también y me conmueve. Sabe cómo me siento y sabe que necesito apoyo.
Lo abrazo y por un momento no soy capitán, ni jugador, ni amigo de todos. Por un momento soy Tadeo.
Por un momento dejo salir mi verdadero yo.
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