Denunciar relato
La tenue luz que penetra entre las cortinas de franela, el ventilador revolucionado para bajar la temperatura de la habitación y un desnudo cuerpo de mujer tendido sobre sábanas de seda jugando a derretir hielos para calmar esa sensación. Arrastra con el dedo una de esas gélidas rocas atravesando sus pechos hasta llegar a su boca sedienta y es en ese preciso instante cuando aparece un anhelo en sus recuerdos.
Susurra mientras continúa su inocente juego -¿por qué no estás aquí acariciándome?-. Se abre la puerta. Aparece, imponente, su secuestrador y ella por fin puede satisfacer sus deseos.
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