Marido infiel.

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Un día más lamentándome de un marido infiel. Un imbécil sin decir más.
Pero aún me lamentaba más por no separarme de él. Llena de rabia y para no mentir rencor. Me sentía una estúpida con e mayúscula. Durante tiempo se burló en mis narices y decidí simplemente dejarlo pasar. Quería rescatar algo de lo nuestro, pero el problema es que nunca hubo nada. Y decir nada es poco. Es algo bastante masoquista de mi parte soportar dos años junto a él, y estoy más que segura que durante estos dos años me engaño con cualquier mujer barata que encontró y le abrió las piernas. Algún día me gustaría decirle todo lo que llevo por dentro, hacerle pagar por toda esta porquería.
Pero en fin, no voy a estar toda la vida encerrada en un cuarto pensando en mis errores y esperando a un marido que vaya a saber con qué mujerzuela se está revolcando en su “viaje de negocios”. A la mierda con eso es patético. No más autocompasión, no más soportar todo esto. Cuando regresara se iba a encontrar con sus verdades.
Me pare frente al espejo. Tenía un buen cuerpo nada extravagante pero aun así se podría considerar sensual en mis 30 años. No era de pechos exuberantes pero tenían atractivo, especialmente los pezones, según los dos o tres hombres que estuvieron en mí, eran perfectos para chupar. De caderas anchas y cintura estrecha no del tipo Barbie o modelo, pero me sentía a gusto. Tenía un trasero ejercitado, no era muy grande, de piernas cortas pero perfectas con tacones. Puse mi mano sobre mi vientre, me daba un cosquilleo y como un flechazo directo a mi coño. Baje mi mano, me acaricie lentamente, frente al espejo. Hipnotizada por los movimientos toque mis senos y un gemido salió de mi garganta. Me calentaba mirar mi propia excitación. Me senté sobre la tapa del retrete frente al espejo, y abrí mis piernas. Viendo mi coño me acaricie lento al principio y a medida que mi orgasmo se acercaba más fuerte. Me sorprendía escuchar mis propios sonidos. El tan esperado orgasmo llegó y vi mis jugos salir frente al espejo. Fue increíble y muy caliente.
Me refresque en mi tina de baño con una copa de un buen vino blanco. El mejor que tenía en casa a decir verdad. Mientras pensaba en mi orgasmo anterior. Fue bueno, muy bueno todavía podía sentir esa sensación de excitación recorrer mi cuerpo.
Creo que esta noche saldría. Adiós a la soledad de esta casa. Unos tragos, unos bailes y algún hombre al que seducir sería perfecto. Una noche perfecta fuera de mis pensamientos.
Una hora después. Eran las 23:00hs, estaba vestida en tacos altos y un vestido tan ajustado que quitaba el aliento literalmente, pero aun así valía la pena. Sin duda esta noche cualquier cosa valdría la pena. En mi segunda copa de vino o tal vez la tercera, ya estaba lista con mi bolso de noche en mano y tacos en punta.
Iría a algún club nocturno de esos que hablan mis amigas. Dios sabe que me encontraré en esos lugares.
Una media hora después, ya me encontraba dentro del club. Era sensacional, ya hasta estaba emocionada por pasar un buen rato aquí. En la barra de tragos pedí un margarita y de un trago hasta el fondo mi copa estaba vacía. Quería bailar, definitivamente quería sacudirme un poco.
Directa al centro, me guié por la música. Comencé a sacudir las caderas, mis manos desde mi pelo hasta mis senos y más bajo de mi vientre. Mis pezones al sentir las sensaciones de mis manos, comenzaron a ponerse en picos duros, recordando mi orgasmo. Seguí bailando, estaba hechizada por la música. Sentía las miradas de hombres como mujeres. Deseo y tal vez un poco de envidia. Mis movimientos estaban oxidados pero llamaban la atención.
Me sentía genial. Mi autoestima diez puntos arriba. Unos bailes más un poco alejada de la multitud y unas manos me tomaron de la cintura presionándome desde atrás. Podía sentir la erección del tipo en mi trasero. Su fragancia era bastante conocida.

-Hola preciosa- Hasta escuchar la voz. Su voz. Damián el bastardo más reconocido por mi marido. Sentía su aliento en mi oído, era tan excitante.

-Hola cariñito- dije girándome. Mi sarcasmo espero que le allá perforado la cara. -Sorprendido maridito. Pensé que estarías de viaje.- Casi le escupía la cara por esa sonrisa estúpida que tenía.

-Regrese antes muñeca. Y si estoy bastante sorprendido de verte te vez… Caliente, me pones caliente- Me acerco a su erección asentando sus palabras. Me quise alejar de él, pero su agarre era demasiado fuerte. El calor de sus ojos era demasiado. Su lengua humedeciendo sus labios era espectacular. Pero me concentre en hablar decirle que podía hacer con su calentura y mucho más.

- Escucha Damián…-Sin prevenirlo me beso, y sí que lo hizo. Pasaba su lengua por mis labios para abrirlos, y mágicamente se abrieron dejando paso a su lengua. Era un salvaje. Con un beso me calentó hasta la medula. Intente separarme, pero luchar parecía imposible, entre su agarre y lo caliente que me ponía. Me deje llevar, probablemente por los tragos que ya iban como 5 o 6 perdí la cuenta y mi cerebro no parecía ayudar.
Damián me apoyo contra una de las paredes alejadas del club, hice mi último intento por alejarme, pero una de sus manos tomaron mis muñecas y las colocó sobre mí la cabeza. Cada vez apretaba más fuerte. Su otra mano se encontraba ajustando mis senos y bajando a mi trasero, de arriba a abajo. Parecía una gelatina debajo de sus manos. Su pene erecto apretando mi vientre.
Quería tocarlo, quería apretar su erección, pero aún sostenía mis manos mientras me besaba.
A la mierda todo me estaba muriendo por una noche de sexo caliente y duro... Con mi marido infiel.
Continuara…


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