La tormenta

…y  él sabía que el final se acercaba.

Entonces el la llevo, sosteniendo su pequeña mano entre la suya. Ella insistía preguntándole que es lo que sucedía, pues ella era muy pequeña para entender la situación. Él se limitó a caminar en silencio, solo para exclamar su llegada después de una larga caminata hacia aquel mirador que tanto añoraba en sus recuerdos.

Entonces el la levanto y la cargo, solo para expresarle en palabras, el afecto que tanto le tenía a ella, mientras observaban el horizonte.

Extrañada de su actitud, ella se mostró aún más curiosa por la situación que los acontecía, preguntando porque la gente huía, porque aquellas nubes obscuras se acercaban cada vez más hacia donde ellos. Cuestionaba si acaso de una tormenta se trataba.

El, con una sonrisa irónica en su rostro y como si fuera la forma más fácil de explicárselo a ella, le afirmo que si era una tormenta, pero que cuando llegaran aquellas nubes obscuras, ella debía cerrar los ojos e ignorar todo lo que escuchara.

Ella asintió con la cabeza, solo para decirle a él, que esperaba que pasando la tormenta, la llevara donde mama se encontraba y que así, pasaran la tarde en aquel parque de juegos como el justamente le había prometido.

El asintió con una sonrisa obligada, pero tan pronto como lo hizo, una lágrima recorrió su mejilla.

El sonido de la gente corriendo pronto se silenció, ella noto aquella lagrima recorriendo el rostro de él, pero antes de poder preguntarle la razón de eso, un sonido extraño como un trueno volvió a ocupar el espacio vacío que la gente gritando y huyendo había dejado.

Ella no pudo voltear, pues él se dispuso a abrazarla y a no dejarla mirar, mientras las nubes se acercaban cada vez más.

Ella ya asustada, le correspondió el abrazo a él.

El al notarla alterada, solo pudo decirle al acercar su rostro al oído de ella mientras las nubes los rodeaban a gran velocidad:

-Tranquila, pronto pasara la tormenta… te amo hija.-

Y con el llanto que salía de entre sus brazos, él supo que, el fin había llegado.