Ezequiel

Tras estar cerca de diez minutos contemplando el retrato en porcelana de su madre y meditando sobre los recuerdos de su infancia, adolescencia y todas las vivencias que segundo a segundo había compartido con ella en sus últimos años de vida, sintió el impulso de persignarse. Sin embargo, aquel hábito suyo de concluir sus visitas con una oración ya no tenía ningún sentido. En vez de sellar en su frente la señal de la cruz e inclinar levemente la cabeza, la giró hacia su acompañante, una chica de dieciocho años de nariz recta y melena rubia ondulada, que había estado contemplándolos a él y al nicho con indiferencia pero con respeto.

Ya en el coche, no hicieron ningún comentario sobre aquella visita al cementerio. Que ella se hubiera prestado a acompañarle era algo que no hubiera llegado siquiera a imaginar veinte años antes. Por lo tanto, redundar en el aquel instante de forma precipitada y torpe sobre la relación entre aquella desconocida, su madre, cuyos restos acababan de visitar y el vínculo que la unía a ella hubiese tenido consecuencias nefastas para ambos. Solo habían pasado cuarenta y ocho horas desde que la recogiese del centro en el que había vivido hasta su mayoría de edad y necesitaba mucho tiempo para hablar de ciertas cosas como el futuro en común que les esperaba, de la relación que les unía, pero sobre todo de Ezequiel.

El doctor Sánchez Jiménez tomó un sorbo de whisky y por unos instantes se sintió tentado a darle a la periodista una respuesta tan tópica como evasiva. Algo así como que el mayor milagro era, sin lugar a dudas, la desaparición de aquellos prejuicios religiosos y éticos por parte del gobierno que podían haber dado al traste con su proyecto. Sin embargo, decidió, con absoluta franqueza y sencillez, explicarle hasta el último pormenor del proyecto Ezequiel. Para ello, se remontó a aquel lejano día, hace veinte años, cuando todo empezó con aquella pregunta en aquel foro de Internet planteada por un escritor aficionado y a la que al principio apenas prestó atención. ¿Era posible crear una réplica genética exacta de alguien que hubiese muerto hace años? No solo le demostró que era posible, sino que dos años después, y en pago a su inspiración, aquel escritor pudo, tal y como predijo el profeta del Antiguo Testamento, rescatar a su madre de aquel valle de huesos secos.