La complejidad de la felicidad

Somos personas insatisfechas, egoístas y comodonas.

Somos personas egocéntricas e inconformistas.

Vivimos en una sociedad donde los ansiolíticos y los antidepresivos están a la orden del día.
Donde la infelicidad parece un derecho y en donde nunca estamos conformes con lo que tenemos.

Y no, no me digáis que no. Porque sé que tengo razón.
A mi me ha sucedido alguna que otra vez. Creer que no soy feliz, basar mi felicidad en algún bien material y volverme cómoda ante una situación que prefiero no arreglar.

Hemos llegado a un punto donde lo material es mucho más valioso que cualquier otra cosa y donde todo nunca es suficiente.

¿Por qué nos cuesta tanto ser felices?

Realmente la culpa no es nuestra. Como siempre es de esta sociedad que nos rodea y de la manera que tienen de mostrarnos lo que es la felicidad desde pequeños. Tranquilos, esta vez no echare la culpa a Pablo Alboran, aún no ha sacado ningún tema hablando de esto.
Pero todo sería mucho más fácil si nos dejaran de llenar de pájaros la cabeza.

La base es siempre la misma. Nos venden una idea con unas pautas que luego no somos capaces de poner en práctica. Deberían decirnos que la vida no es sencilla, que es dura.
Que hay guerras y gente malvada.
Que normalmente el mal suele vencer al bien.
Que la gente muere, y no vuelve.
Que las cosas no son fáciles, y que cuestan tiempo, dedicación y esfuerzo. Y aún así, muchas veces no se consiguen.
Y porque de alguna manera todo lo que nos rodea nos está sugiriendo que puede haber algo mejor y más grande a lo que llamar felicidad, pero que no está al alcance de nuestras manos.

Las intenciones de nuestros padres, familiares y amigos son buenas al intentarnos enseñar lo que es la felicidad y lo que debemos hacer para conseguirla.
Pero luego, todo es un sistemas social y económico que funciona diciendo que para ser feliz necesitas esto y ésto otro, forzándonos de alguna manera a ser personas consumistas, a gastar dinero y por tanto a que la economía se mueva en una carrera sin final.
Siempre, por supuesto, a beneficio de ellos.

¿Que qué opciones tenemos?

Podríamos acomodarnos a la realidad tal cual es y matar en sí mismo cualquier sentimiento de insatisfacción. Sí, todo sería más fácil y sencillo así, pero volveríamos al estado de infelicidad. O podríamos rebelarnos contra nuestro “creador”, y cagarnos en él por habernos complicado nuestra forma de vida y nuestra existencia. Pero tampoco obtendríamos respuesta alguna, a no ser que tengas la suerte de ser un iluminado del señor y éste te responda.

Que complejo todo, ¿verdad?

Aunque a día de hoy existen muchos libros de autoayuda,la vida no es un manual de cocina, más bien es parecido al de Ikea.
Pero sí que podemos formar, hasta donde permita la genética y el entorno,a personas optimistas, con una educación positiva y sin falsos mitos.
Así que yo optaría por añadir la asignatura de "así es la vida" en la escuela, para que nos ayudara a prepararnos en lo que será nuestro futuro, o mejor dicho, a prepararnos para la que se nos viene encima.

Que nos enseñaran que la gente tarde o temprano se va. Puede que únicamente se aleje o que por circunstancias de la vida sea para siempre.
Que nos enseñaran a aceptar la muerte
Deberían enseñarnos que el mundo lo mueve el dinero, que estamos gobernados por un gobierno corrupto y que no somos tan libres como dicen.
Que habrá momentos malos, de tristeza y confusión pero que aún así, podemos ser felices.
Deberían enseñarnos a vivir el presente en toda su plenitud.
A buscar lo que realmente tiene valor.
A ser conscientes de que la felicidad no se compra, si no que únicamente en un pequeño momento de bienestar que llega y que permanece solo por un tiempo en nosotros, lo cual hay que aprovechar porque tarde o temprano se va.
Y suerte de estos altibajos porque el cerebro funciona por contrastes igual que los sentidos.

Vivir en una felicidad eterna y monótona haría que al final acabásemos hartos.

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