Memorias de un Cascarrabias (2ª parte)

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MEMORIAS DE UN CASCARRABIAS (2ª Parte)   ...que no podía sacarlo de allí. Por su parte, Gregorio, el hombre ya con bastón, porque no podía con el reúma, consiguió poner algún matojo por aquí y algunas piedras por allá, y sacamos el coche sin problema. Además, fue capaz de enseñarnos cómo lo teníamos que hacer para desembarrancar un coche. Nunca volvimos a tener problemas con estos temas, en parte porque nunca volvimos a conducir un coche por caminos de este tipo.
Qué envidia sana me da saber que los viejos antes eran respetados.

Pero ahora es otra cosa, ya no valemos. En un año dejaré de trabajar. Ahora mismo soy capaz de saber que la Callejuela del Cuartel del Norte es la única bocacalle de menos de diez números que tiene la Avenida del Comandante Macías. También me conozco todas las plazas de la ciudad, y sé cuántos portales tiene cada una, sin vacilar. Y qué decir de los bloques nuevos, esos en los que encontrar el número adecuado es tan complicado. En dos paseos me los hago, y tomándome una cerveza entre medias. Mi cabeza es privilegiada para mi trabajo, pero ahora eso da igual. Los imbéciles de los jóvenes van con su maquinita, como si estuvieran jugando, y ya no es necesario saberse las calles de memoria. Eso sí, cuando les falle la maquinita a ver cómo hacen su trabajo. Una pena y una mierda. Luego, eso sí, saben idiomas, e informática, y bobadas de esas que les hacen parecer americanos. A este mundo ya no lo reconozco, la verdad.



...



- Bueno Fer, la verdad es que ha sido un auténtico placer estar aquí contigo. Me alegra un montón haber aprendido tanto de tu experiencia y consejos. Espero que te guste el detalle que te hemos comprado entre todos, no es gran cosa, sobre todo para lo que te mereces. Y disfruta la jubilación, que la mitad de estos lleva esperando la suya desde el primer año en que empezó a trabajar, ja ja ja.

- Ha ha. Muy bien Gabriel. Muchas gracias por el reloj, es muy bonito. No sé qué decir, espero que sigáis siendo buenos trabajadores y que os vaya muy bien en la vida, intentaré visitaros cada año para no perder el contacto.

(Os va a visitar la hija bastarda de la puta madre que parió a vuestro jodido padre, el cual tuvo varios hijos con la hija de puta de su hermana bastarda, los cuales sois vosotros, ignorantes y desgraciados, que vaya año me habéis hecho pasar. Tanta amabilidad forzada, qué ganas tenía de no veros la puta cara nunca más.)



Bueno, pues ya estoy jubilado, ya no tengo nada que hacer. Mis hijos pasan de mí y mi mujer... ¿dónde está mi mujer? Bueno, ya vendrá.

Ahora es cuando debería de disfrutar de mi vida, intentaré darme paseos por la Calle Sandokan, que es mi favorita, me encantan sus soportales, es maravilloso estar allí tanto en verano, a la sombra, como en invierno, resguardado de la lluvia. Sus cuarenta y nueve portales... no, cuarenta y siete... no, cuarenta y cuatro, sí, eran cuarenta y cuatro portales tienen aspecto señorial y, aunque ya no tienen vecinos, sino oficinas, no dejan de ver pasar a gente. Da gusto, la verdad.
También tengo ganas de ir de viaje de jubilación, creo que el martes es cuando salgo para allá, miraré los billetes, a ver si lo veo. Vaya, la letra está muy pequeña, bueno, le diré a mi mujer que lo lea en cuanto venga. ¿Dónde andará?



...



Qué bien me lo he pasado en el viaje de jubilación, hemos ido a muchos lugares de Latinoamérica. Tenía muchas ganas de ver Buenos Aires, La Paz, Asunción, Sao Paulo, Bogotá y Quito, la pena es que al final, de ciudades, sólo pudimos ver Montevideo y Río de Janeiro, que son preciosas. El resto del tiempo estuvimos en esta región del interior de Brasil... no me acuerdo, eem... bueno, que era preciosa. Y qué chavalas, ¡madre mía!. Qué pena que se haya acabado. Ahora a la realidad de la jubilación, a cuidar de los nietos y a no hacer nada en todo el día. Me da pena, creo que sigo teniendo fuerzas para enfrentarme a cualquier trabajo. Intentaré ir a la asociación de personas mayores para ver si me hago socio, que estaba en... en esta calle... aj, no me acuerdo, con la de paquetes que les he llevado. La inactividad me está desentrenando, tendré que ponerme las pilas, que todavía me queda cuerda para rato.



...





Recuerdo perfectamente cómo íbamos en carretera con mi tío Gregorio, en abril aguas mil, era un refrán muy popular en mi época, quería decir que era normal si llovía en ese mes, lo cual pasaba casi siempre, sobre todo en el campo, donde a mi tío Gregorio una vez le llamaron para ser presidente de mesa electoral, el coche de mi hermano no podía avanzar porque estaba embarrancado, y mi primo volvió de Alemania, donde había estado trabajando por un jornal mísero, pero fiable, no como pasaba en mi empresa, donde Gabriel me invitaba a curasanes día tras día, en fiestas del pueblo de mi tía Maribel comí chocolate suizo por primera vez, lo trajo mi primo de Alemania, cuando quiso que viéramos lo poco que podía alegrarle el día, y ¿me puede dar usted un sello de correos para nacional, por favor?, tenga usted su paquete, son cincuenta pesetas, gracias por la propina, cómo me acuerdo de cuando teníamos tanto respeto a los jóvenes, ¿quién eres?, Yo no tengo hijos, ¿Dónde está mi mujer?, ¿Qué ha sido de mi mujer?, seguro que la he puesto en algún sitio, ¡Ay!, justo antes estaba pensando en ese sitio... A ver... ¿Donde está mi mujer? ¿Dónde? No llores, Fernando, uf, intenta recordar...

Olla llena de pimientos verdes
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Cuento Extraído del blog "Escribiendo para no Pensar"

http://writingnottothink.blogspot.com.es/



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