Del pasado eterno que trastocaste mi interior, aquella primera tarde
A este presente ignoto, de vientos huracanados, que todo lo arrastra.
Soles tumultuosos, incandescentes, solitarios que todo lo queman.
Incestuosas praderas perdidas entre arrabales olvidados.
Un tren de carga abandonado en una vía hacia la nada.
Un pájaro que ya no vuela, y que tantos cantos fue.
Aciago el destino que sutil esperaba.
Del otro lado de la puerta todo se lo llevó.
Quiero ese beso con el que multiplicaste el candor.
La desnudez última de tu piel que franqueó las fronteras,
De mi imaginación,, acechando la llama ardida que fue fuego.
El bosquejo de un cuerpo que se transformó en deseo.
Inaccesible el movimiento de tus ojos, que no pude adivinar.
Despiadadamente la llegada se convirtió en despedida.
La sabia dulce que probamos un día, tomó el gusto del mar.
Resplandor que fue noche, luego día, y ya no sé qué más.
Leopoldo Isacc
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales