LA CAVERNA
Por Federico Rivolta
Enviado el 11/11/2014, clasificado en Amor / Románticos
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-Me rehúso a usar la máscara -dijo ÉL ante el jurado.
La condena no se hizo esperar. Lo enviaron a la caverna hasta que cambiara su parecer, hasta que se volviera a poner la máscara asignada por la ley, la misma máscara que todos están obligados a usar.
Se lo que estás pensando: "Que se la ponga y vuelva a salir". Pero ÉL no era así, ÉL prefería conservar su rostro, ser tal cual es.
La caverna no es más que una caverna, un hueco en la piedra, un lugar lleno de insectos y de humedad. Solo hay dos conductos allí: una puerta blindada y un caño que atraviesa la roca hacia algún lugar desconocido.
Y así pasaron días, meses, años. Tal vez pasaron siglos, imposible determinarlo porque ÉL no contaba con un reloj ni con un calendario. No había ventanas tampoco, pero de algún modo en aquella caverna había una luz, solo para que pudiera ver la piedra que lo aprisionaba.
Un día escuchó algo, un llanto tal vez, o una risa; imposible determinarlo.
-Hola, ¿hay alguien allí? -gritó por el caño que atravesaba la roca.
Alguien gritó también del otro lado.
Si bien las palabras le resultaron incomprensibles, pudo notar que aquella era una voz femenina.
Poco después recibió un trozo de papel a través del caño, lo abrió y leyó la única palabra que allí estaba escrita:
"Hola"
Sintió una gran emoción por haber encontrado a alguien real. Nunca lo había hecho en toda su vida, su vida vacía, llena de gente que caminaba alrededor suyo usando todos la misma máscara.
¿Quién se habría imaginado que justo ahí conocería a alguien, allí, en la caverna?
No tenía con que escribir, por supuesto, pero no necesitó pensar siquiera un segundo antes de recibir un bolígrafo a través del caño.
Comenzaron una amistad única.
Y así pararon días, meses, años. Tal vez pasaron siglos.
Todo era increíble hasta que leyó un mensaje que decía:
"Esto duele demasiado. Ya no te escribiré. Ya no me escribas"
No había caso, no podía hacer nada, sabía que ELLA lo había dicho en serio, por lo que dejaron de comunicarse.
Y así pasaron días, meses, años...
"Sé que me pediste que no te escribiera, pero lo estoy haciendo. Tal vez así te enojes conmigo. No mucho, solo un poco, lo suficiente para que ya no me quieras tanto como para que te duela pero que tampoco ocasione que dejemos de ser amigos"
Poco después recibió la última carta de ELLA; la nota estaba ensangrentada. La abrió y, con los ojos llenos de lágrimas, leyó su contenido:
"Me pondré la máscara nuevamente y saldré de aquí. Quisiera estar contigo pero no puedo. Créeme que lo intenté, me corté un dedo para así de algún modo unirme a ti de a poco; pero eres como la gangrena, que debe amputarse de una vez y para siempre"
Al recibir el dedo de ELLA a través del caño, no sintió ganas más que de gritar por la hendija de la puerta blindada pidiendo que también le pusieran la máscara.
Y así pasaron días, meses, años...
ÉL volvió a su rutina, a su vida vacía, llena de gente que camina alrededor suyo usando todos la misma máscara. Hasta hoy la sigue buscando, a ELLA, por su manera tan especial de decir las cosas.
Quizás algún día la encuentre, no puede ser tan difícil, su forma de escribir es única y no es debido a que le falta un dedo.
Autor: FEDERICO RIVOLTA
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