Mi amiga y su novio me consolaron toda la noche II

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Me aparté rápidamente al escuchar la voz de Iván y me tapé con un cojín que reposaba en el sofá, pensé que nos iba a liar la de Dios, no por la escena, que supongo que a todo hombre le gustaría llegar a casa y ver a su novia comiéndole el coño a su mejor amiga mientras la otra grita corriéndose. Si no porque mirándolo bien, se podría decir que le estaba "poniendo los cuernos". Sin embargo su reacción fue otra.

-¿Qué ha pasado desde que me fui para que la cosa haya puesto tan interesante?

-Pues nada Iván, que Andrea me ha confesado que está necesitada y yo pues de buena fe le he intentado hacer un favor. No te enfades, sabes que ella siempre ha estado para lo que yo he necesitado - Dijo Paola.

Él soltó la botella de vodka caramelo encima de la mesa y mirándome serio dijo - Si es eso lo que pasa no hay problema, todos somos amigos y los amigos estamos para eso. Aquí tienes consuelo para cada vez que necesites.

Volvió a coger la botella, se acercó a Paola y tras darle un rápido pero caliente beso en los labios se dirigió a mí y me apartó el cojín que tapaba mis partes, me abrió la boca suavemente y me introdujo un chorrito de aquella bebida fría que tan bien me sentó, y ante mi sorpresa comenzó a abrir mis piernas lentamente y con cuidado, como pidiéndome permiso para hacerlo. Aunque por mi parte, esa aceptación yo ya se la había dado cuando dejé que apartara el ridículo cojín que ocultaba mi intimidad.

Derramó otro chorrito encima de mi coño y se bebió aquel líquido cobrizo que corría a través de mi clítoris en forma de cascada. Iván tenía preparada su lengua debajo para disfrutar de todo el manjar posible, aunque alguna que otra gotita caía por los labios y por mi culo hasta descansar en el sofá.

Aprovechaba cada gota para pegar un lametazo a mi botoncito, y en cada lametazo un intenso 'aah' salía de mi garganta.

Aquello me puso a tope, más caliente no podía estar. Cuando echaba mi cabeza hacia atrás y cerraba los ojos para aprovechar todos mis sentidos en aquella comida de coño que el novio de mi amiga me estaba regalando, pensaba que mi mayor fantasía se estaba cumpliendo el día menos esperado y sin proponérmelo.

Metida en mis pensamientos no noté cuando una lengua se unió a beber vodka de mi coño. Miré y ahí estaban los dos, fundidos en un beso tan pasional que la envidia se encendió un poco en mi, mientras seguían echándome líquido y bebiendo los dos juntos. Yo chillaba muy excitada sin poder llevar la cuenta de cuantos orgasmos llevaba en aquel rato de noche.

Deseaba tener su pene dentro mía, pero sé que eso se haría esperar, todavía quedaba mucha noche por delante.

Me dejó sola con ella y mientras él, sentado en una silla enfrente nuestra, bebía y se fumaba un cigarro con una cara que casi asustaba. En sus ojos se veía la lujuria y la excitación del momento y deducía que le gustaba mucho participar, pero también mirar.

Paola y yo le regalamos la magnífica imagen de un 69 encima del sofá. Era la primera vez en mi vida que un sexo femenino estaba tan cerca mía. Ella colocada encima mía me comía sin reparo alguno y yo decidí dejar la vergüenza atrás y disfrutar un poco más de aquella maravillosa situación.

Miraba sus labios rosas e hinchados con aquel clítoris sobresaliente que colgaba sobre mi cara y casi me rozaba los labios y la nariz. Lo toqué con un dedo de arriba a abajo como dudando y ella soltó un grito de placer que sin saber porque me volvió realmente loca. Mi vulva se contrajo en reacción de aquel gritito y mi lengua sola succionó aquel clítoris mojado deseoso de placer. Lo chupé, de arriba a abajo, llegando al ano que con reparo también se llevó un par de lametazos e introduje mis dedos dentro de ella. Estaba tan lubricada que me permitió meter cuatro dedos sin esfuerzo, hasta que como si de un grifo se tratase, empezó a correrse encima de mi cara, mientras con la otra mano le daba palmaditas en el clítoris. Mi orgasmo llegó poco después, no tan ' escandaloso' como el suyo, pero sí bastante placentero.

Mientras descansaba con Paola aún encima mía y masajeándome el coño, me acordé de Iván. No lo había escuchado en ningún momento, giré la cara hacia la silla en la que lo dejamos antes de comenzar nuestro numerito. Allí estaba sentado, seguía bebiendo con una mano y con la otra masajeaba el mayor pene que mis ojos habían visto.

Dios, era tan grande y grueso... su punta resplandecía brillante y de manera perfecta mirando hacia arriba, él la tocaba de arriba abajo con tranquilidad y sensualidad.

Nos miró bastante excitado, y note como él se había dado cuenta de mi reacción al verla. Mi boca se hizo agua y no pude disimularlo.

-Venir aquí preciosas, que ahora viene lo mejor. Dijo Iván derramando un poco de vodka que recorrió desde su punta, hasta sus testículos.

...


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