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Un grito llama, como siempre. Lo primero que notas es que la ha tirado; falta aquel resplandor esmeralda que decoraba el azulejo del baño. Luce dormida, sobre una almohada tibia que no deja de manchar tu cortina. La compraste el año pasado cuando decidieron vivir juntos. Fue lo único que te dejó escoger. Ahora ni siquiera está bien eso para ella. Que bajo ha caído para lastimarte así, incluso después de muerta.
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