Cuento para Antonio

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Érase una vez un niño que quería ser galleta. Sí señores, una galletita con forma de dinosaurio para experimentar la sensación de ser mojado en leche dentro de un vaso.
Cierto día dominical, una mañana en la que salía a la tienda a comprar chuches con su amiga, se paró en seco frente a la parte donde estaban todas las galletas. Busca que te busca, la criatura quería dar con las galletas más genuinas, las que había visto anunciar por televisión y de las que no quedaban ni las mijitas. No obstante, al fondo del estante, un poco escondida quedaba una caja.
-Mmmm, he tenido suerte- pensaba mientras se agachaba para agarrarla-
Lo que le desconcertó fue que esa caja no contenía, al menos aparentemente, nada que fuese comestible. Era un envase distinto a los demás. Como si tuviese un error de fábrica, la caja estaba un poco descolorida y pesaba mucho menos que las usuales.
Aun así el chiquillo siguió indagando dándole mil vueltas y leyendo hasta las letras más pequeñas.
- ¿Qué haces? ¿Sabes ya qué vas a comprar?- le preguntó su amiga
-Sí, esta caja- Respondió- No sé qué tiene pero me gusta
La cajera no se percató de la diferencia y la pasó como una caja más de dinogalletas, así que el pequeño y su amiga se fueron cada uno a su a casa con sus respectivas compras.
Una vez en la cocina, el pequeño se puso de nuevo a releer, cosa rara porque cualquiera podía abrirla directamente. Pero él no, intuía que era algo muy especial lo que protegía ese envase de cartón descolorido...
... Una caja de los deseos... ¿cómo es esto?- por más vueltas que le daba no se creía que eso fuera real. ¡Por fin podía hacer realidad su sueño!
Abrió la caja con cuidado y dentro sólo contenía un paquetito. Un paquetito con tres deseos.
Vaciló un poquito antes de abrirlo, pero al final accedió a hacerlo y del interior de la bolsita una nube de polvo cósmico se formó delante de su respingona naricita y le hizo estornudar.
Fue entonces cuando de ella surgió una estrellita muy luminosa... tan delicada como una pompa de jabón.
-Si la toco se romperá y no tendré deseo- Se dijo muy seriamente- Pero... ¿cómo hago para pedir mi deseo?
Le había dado mil vueltas a la caja en busca de alguna pista, alguna instrucción para el uso de los deseos, pero no había nada. Nuestro amigo se lamentaba, se sentía frustrado por tener a su disposición tres deseos y no saber cómo hacerlos cumplir.
-Ojalá estuviese mi buena amiga, ella seguro que lo adivinaría pronto-
-Jkfjbjfbdifbhig- como por arte de magia ella cayó tan cerca de él que casi lo espachurra-
-¿De dónde salgo? - Se preguntó muy asustada
-Eso creo que te lo debería de preguntar yo a ti, ¿qué haces aquí?- replicó desconcertado.
-Nene, estaba en casa muy tranquila y...
-¡Claro! ya sé qué ha pasado, exclamo lleno de emoción el niño, el cual apresuradamente relató todo el episodio a su incrédula amiga.
-Esto es increible, pero, ¿sabes cómo funciona? a mi me parece que has de pedir los deseos de todo corazón, si no, de nada sirve.
-Lo sé, por eso quiero que estés aquí para que me ayudes a realizar los otros dos que me quedan-
-Bueno, ¿y qué deseos son esos?- preguntó llena de curiosidad.
Entonces se acercó a su amiga, y con la voz muy bajita le dice - quiero convertirme en dinogalleta para que me mojes en leche
-¡¿Cómo?!- Gritó escandalizada- eso no se puede, es imposible.
-Claro que es posible, ¿no es una caja de deseos? ya me quedan dos y uno de ellos será para convertirme en una dinogalleta...
-jjvvhdgfsvbnhj- Nuestro amiguito se hizo de dulce con forma adinosaurada con una boquita menudita que decía... ¡mójame en la leche! pero ten cuidado no me dejes mucho, no sea que me rompa.
Muy bien, pero en cuanto lo haga pides el tercer deseo, que ya sabes cual ha de ser, ¿no? no quiero tener a una galleta como amiga, me llamarían loca.
No te preocupes, hazlo ya.
La niña mojó cuidadosamente la galleta en un tazón de leche y... mmm que calentita está.... sácame ya que me rompo.
-Mmmm, qué bien hueles amigo mío, qué rico tienes que estar- la chica era muy golosa y de lo que no se había percatado su amigo era de su glotonería. Un buen olor le hacía perder la cabeza.
A la niña se le hacía la boca agua. Cada vez que veía a su amigo aumentaban sus ganas de darle un buen mordisco hasta que rompió una de sus esquinitas.
¡Nooooo, no me comas! ¡nooooooooooo!
- Has desperdiciado tu tercer deseo... no te como... pero serás una galleta para siempre.
                                   

                                                   ........


Todo ha sido un sueño, el muchachito se había despertado tras quedarse dormido justo después de merendar, y con él su amiga, comiendo las mijitas de dinogalletas que habían quedado en el plato.


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