La ronda de las pasiones
Por J.M.Y
Enviado el 20/11/2014, clasificado en Amor / Románticos
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Ahora te toca besar a Rodrigo
Uhmmmm... gritaban las chicas, desmesuradamente y algo alocadas
Me puse en pie, me acerque a Rodrigo que estaba sentado en el sofá muy alarde de sí mismo, porque una chica la iba besar. Él era el chico más simpático del colegio, ahora todas me envidiarían por besar al señorito y prestigioso susodicho.
Humedecí cautelosamente mis labios, los mordí para que tengan un color más rojizo y rebosante, me senté a su costado le voltee la cara suavemente, y sin respirar y algo fría, lo bese, y así seguía la ruleta de pasiones hasta llegar hasta la última tentación.
Ya había terminado las tres rondas en donde se regalaba los besos, con los chicos, ahora habíamos denominado la última ronda como la ronda de las pasiones. Se denominaba que si la ruleta, que era una especie de aro, sostenido por dos palitos de plástico, por ambos extremos y con una base resistente, y en el aro había cuadraditos en donde se ponía los nombres de cada participante, se lo hacía girar y los cuadraditos cambiaban de posición hasta quedar uno en cada extremo, y donde, quedaba eran los elegidos, tuvimos que cumplir el gran reto, que era entrar al cuarto ambas parejas besarse, acariciarse y desnudarse por completo y terminar en un acto sexual.
Para ese entonces nunca había tenido relaciones con algún chico, a mis dieciocho años aun no, tenía el paradigma de llegar de Blanco al matrimonio y tener una vida pura, mis padres también me lo inculcaron. Estaba yo muy nerviosa, no savia si irme y dejarlo todo, estaba muy ensimismada en mí. O Decir a Carla y a María que me sentía un poco mal, y tenía que ir a casa, pero no, iban a pensar que sería una cobarde y que no era libre como ellas, que siempre seria la chica pudorosa, y reservada que hay.
Las demás chicas muy entusiasmadas, porque le tocara Rodrigo, y los chicos muy regocijados por lo que iban a cumplir sea quien sea, instinto varonil. Primero salieron dos que fueron Carla y Augusto, ambos algo nerviosos y contentos entraron en aquel dormitorio testigo único de aquel placer. El tiempo programado era de media hora, era únicamente de media hora, si no entraríamos todos de golpe. Mientras terminaban aquella entrega amatoria y llena de placer, yo pensaba mucho en mí, estaba ida por un momento, pensaba en mi dignidad como mujer, que iban a decir mis padres si se enteran, en entregar mi cuerpo a aquel chico que me tocara, mi pureza estaba en juego mis sentimientos estaban comprados y mi cuerpo esperando a ser elegida en una insignificante ruleta.
Mi corazón latía muy apresuradamente, mis manos sudaban, por ratos mi mente se encontraba en casa, viendo como mis padres discutían por lo que había hecho.
Era el turno de que Rodrigo girara la entusiasmada ruleta, mi mente savia que le tocaría conmigo, y no se equivocó, se dio
Nunca me había sentido tan libre, despojada de todo temor de todo paradigma, todos mis temores se habían desasido, Rodrigo me había hecho sentir que lo tedioso, era algo inútil, que a cada momento y cada día era para disfrutarlo, pero siempre pensándolo bien, quizás jamás volviera a pensar lo lindo que fue, y lo muy amable que fue conmigo Rodrigo aquella tarde, donde me hiso ser importante y no rechazada y donde desvaneció todos mis temores. Y donde él se confesó que nunca había tenido intimidad con alguna mujer. Ahora me siento más apasionada, sonrió cada día, y creo que el decírselos a mis padres me sería muy supeditado, tal vez me hubieran votado de casa, me hubieran castigado, o seguro se habrían decepcionado de mí
Ahora no lo he perdido, él y yo formamos una familia, después de once años de casado, con dos hijos de por medio, uno de cuatro y otro de dos. Me siento muy afortunada de haberlo conocido y dejar que mi amor algo retenido y sumergido en los prejucios fuera más grande que mis pasiones.
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