Comenzaba un nuevo año, yo me había mudado a una nueva zona de Madrid, nuevo trabajo, nuevo supermercado, nuevo horario, nuevo gimnasio, nueva gente, en definitiva todo nuevo.
No conocía a mucha gente así que me centraba en mis quehaceres, me levantaba por las mañanas, iba a gimnasio volvía a casa, organizaba mis cosas y me preparaba para ir a trabajar.
Día tras día realizando esta rutina iba conociendo a la gente, en la frutería me saludaban por mi nombre, el camarero de la cafetería de al lado de mi trabajo me decía te pongo lo de siempre, mis compañeros me habían acogido bien, no podía quejarme.
Había una mujer, la veía todos los días en el gimnasio, era muy guapa, pero no me atrevía a decirle nada. Cada mañana coincidíamos en las mismas clases y después volvíamos por un camino similar hacia nuestra casa.
Pasaron varios meses, ella ya me reconocía, me sonreía cordialmente cuando nos cruzábamos pero nunca mantuvimos una conversación hasta el día en que se le cayó la bufanda
Como de costumbre volvíamos a casa por el mismo camino, yo unos tres metros detrás de ella y ella, ella caminaba con soltura vistiendo unos vaqueros ajustados y unos tacones no muy altos que realzaban sus piernas, llevaba la bufanda colgada del bolso y esta se deslizo hacia el suelo, no se dio cuenta de que se le había caído así que la cogí y rápidamente la paré para devolvérsela, ese día mantuvimos nuestra primera conversación.
Mis nervios no me permitieron decir nada más que tu bufanda pero ella con gran confianza inició una conversación, supongo que también tenía interés en hablar conmigo, me pregunto mi nombre y hablamos un tiempo que a mí se me hizo muy corto. Aun no sé muy bien cómo surgió pero me atreví y le pedí su número de teléfono me lo dio y se despidió.
Cuando llegue a casa no me lo creía, tenía su número! pero no sabía qué hacer, había esperado mucho tiempo para que ella se fijara en mí así que por un momento decidí no pensar.
Cogí mi móvil y le escribí un mensaje que decía: ¿quedamos en la cafetería de al lado del gimnasio esta tarde a las 8?
Ya está, ya no podía dar marcha atrás. Aquella tarde no veía la hora del salir del trabajo. A las 7 en punto salí de la oficina y fui para mi casa me duche rápidamente me puse mi vestido rojo y fui a la cafetería.
Llegué a las ocho menos cinco, estaba muy nerviosa, no podía dejar de preguntarme si vendría, no había contestado al mensaje pero tenía que venir, quería verla, quería que me dedicara unas horas, solo podía pensar en lo que pasaría, si vendría, si no vendría, le caería bien, tendría interés en volver a verme y si no viene y si la he malinterpretado y si me he puesto este vestido para nada.
Mi cabeza esta echa un lio y entonces la vi.
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