Amante inesperado en la oficina

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Rosalba se sienta junto a la ventana que está frente a mi escritorio. Así que puedo verla todo el día. Y aunque nos saludamos a diario, no me atrevo a seducirla. Primero, porque soy algo tímido. Segundo, porque tengo la impresión de que anda con uno de los jefes. 

Ella es más joven que yo. O eso parece. Porque es delgada, bajita y usa un cabello corto y liso. No puedo evitar alzar la vista cada vez que camina rumbo al baño, a la fotocopiadora o al despacho del director de esta oficina. Su falda cubre apenas sus muslos pero no llega a sus rodillas. Así que puedo apreciar sus piernas, discretamente. Lo que me excita mucho

Pero ni una palabra insinuante sale de mi boca. Y me pone nervioso cada vez que me nombra. Sólo puedo tener pensamientos eróticos con ella. Y masturbarme en casa. Así es mi vida desde que trabajo aquí. 

No me concentro en el trabajo. Y siempre me reprende el director por eso. No sé qué hacer. No voy a renunciar aunque me descuenten de nuevo en la quincena. Así ha sido durante los seis meses, que mañana se cumplen. Por eso, he pensado hacer algo distinto. Para que ella se fije en mí. Que sepa por lo menos lo que siento por ella. Aunque no me haga caso. Aunque me ignore.

Le haré un poema y se lo dejaré en su escritorio antes de que llegue. Total, yo siempre llego temprano y ella, más tarde. Demasiado tarde. 

Le escribiré unos versos... ¿Qué hace ahora? ¿A dónde va? ¿Otra vez al despacho del director? ¡No!, Va al baño. ¿Y si me levanto y la sigo como si también yo fuera? Y luego me detengo para tomar agua del garrafón... 

- ¿Vas al baño, Ramón? - dice Rosalba mientras se empareja a su compañero de oficina

- Yo... - titubea ramón y no atina a responder

- Vamos juntos - le susurra Rosalba y continua su paso tomando a Ramón del brazo

Abre la puerta decidida, sin dudar ni un momento y arrastra a Ramón al interior.

Ramón, anonadado aún, se ve de pronto con la espalda contra la pared. Y las manos de Rosalba, se apresuran a desatar el cinturón. Luego baja el pantalón y busca el miembro de Ramón que ya empieza a levantarse. 

Con el miembro en su boca, Rosalba hace que Ramón por fin reaccione. Y siente sus manos sobre su cabeza con sus largos dedos entrelazados en su corta cabellera. La agitación entrecortada de Ramón le avisan a Rosalba que puede explotar en cualquier momento y se detiene. Se levanta, al igual que su corta falda. Baja ella misma sus pantaletas y alza una pierna para guiar el miembro de Ramón a su vagina, húmeda y lista para ser penetrada. 

Para entonces, Ramón ha tomado el control. La sujeta y la arrima en el lavabo mientras arremete con fuerzas sobre el cuerpo de Rosalba. Gimen y pujan así por minutos. Hasta que estallan ambos. Ella lo mira con coquetería y él se atreve a besarla en los labios. Después se ajustan las ropas y se secan. 

-Sal tú primero - dice Rosalba mientras le guiña un ojo al sorprendido amante

 

 


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