Denunciar relato
La puerta seguía cerrada y él no sabía qué hacer. Miraba por la mirilla de la puerta a cada rato, no pudiendo ver más que el rojo de aquello que bloqueaba la visión. Se tiró al suelo, desganado, y se puso, sin más, a recordar aquella historia de la mujer de ojos bañados en sangre que murió en alguna habitación encerrada.
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