Me levanté esa mañana de lunes, como tantos otros lunes, para asearme bajo la regadera.
Mientras me enjabonaba sentí cómo se desprendía mi brazo izquierdo y caía al suelo.
Deposité el jabón en su sitio para recoger mi brazo y... También se desprendió mi brazo derecho completamente.
Terminé de enjuagarme y con los dientes tomé la toalla para salir a la recámara y tirado sobre la cama, pude secarme.
Busqué mis pantalones y estaban en el respaldo de la silla. caminé hacia ellos y mi pierna izquierda se desprendió bruscamente.
Por suerte, pude sostenerme con la pierna que aun me quedaba unida al cuerpo. Saltando llegué a la silla, con los dientes me llevé el pantalón hasta la cama.
Iba a recostarme para colocarme el pantalón cuando de pronto la pierna derecha me abandonó también.
- Ya sólo falta que caiga mi cabeza - dije en voz baja y en ese instante se deslizó sobre mi torso, yendo a parar a poco más de un metro de mi tronco.
-Creo que me va a dar gripe - pensé - Siento el cuerpo cortado.
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