Teletransportación

- ¿Por qué la conocí? - Me recríminaba a solas - Si estamos tan lejos uno del otro. Hubiera sido mejor no conocerla. Ahora mis tardes y mis noches son toda una tortura. De sólo pensar en ella. Por las mañanas me distraigo en mi trabajo, en la redacción de noticias. Soy el editor de un prestigioso diario informativo. Donde no puede haber distracciones. Donde cumplo mis funciones de lunes a sábado y si es necesario que vaya a la oficina de redacción los domingos, lo hago con gusto. 

Pero ella llegó a mi vida cuando más vulnerable estaba. Cuando no había nadie en mi vida. Cuando, tal vez necesitaba que hubiera alguien en mi vida. 

- Sólo vine por este fin de semana - Me había dicho - Me regresó el domingo porque entro a mi trabajo el lunes muy temprano

- ¿Y cuándo vuelves? - Me animé a preguntarle

- No lo sé. Tal vez en seis meses - Respondió indiferente, sin comprender el daño que me hacía su respuesta. 

Y por las noches, trataba de no pensar en ella antes de dormirme. Porque seguramente, no me dejaría dormir pensar en ella. Y si el cansancio me agotaba, soñaba con ella. Que me hacía caso. Que la conquistaba. Que la seducía. Cuando apenas y llevábamos una incipiente amistad. De hecho, no creo que ella se fije en mí, de otra manera. Se presentó en las oficinas del periódico y la atendí. Buscaba al jefe de redacción. Y ese era yo. ¿Qué me dijo? No recuerdo. Sólo sé que su aroma impregnó todos mis sentidos.Porque mi mente y corazón sucumbieron a sus encantos desde el instante mismo en que la vi y estrechó mi mano. ¡Qué calidez de piel! Todo mi cuerpo se estremeció. Y tal vez hasta mi alma.

 - ¿Por qué tuve que conocerla? 

Por las noches, me revuelco en las sábanas pensando en ella. Está en todos mis sueños. Y parece que cada vez, en cada sueño posterior, nos conocemos más. Como si por las noches fuera un mundo distinto para los dos. Y estuviéramos conociéndonos. En el sueño de ayer, me tuteó. Algo está pasando entre nosotros. Lo sé. 

- ¿Por qué tuvo que estrechar mi mano? 

La sensación al sentir sus dedos, en mi antebrazo, me hizo sentir una descarga eléctrica que sacudió mi cuerpo. Que me llevó a tener un sueño erótico con ella. Sueños eróticos que se repiten constantemente. ¿Hasta dónde llegaran? Hoy caminamos juntos y nos tomamos de la mano. ¿Ya somos novios? No lo sé. Pero ella sonreía. Y yo me sentía el hombre más feliz del mundo.

Esta noche sueño que me elevo al espacio. Miro las casas y árboles cómo se van quedando muy abajo y vuelo encima de las nubes. Me alejo. Me dejo llevar. ¿Hasta dónde? No lo sé. Pero es una sensación tan placentera que, cierro los ojos por instantes. Y la veo a ella. Me llama con ambos brazos. Y me sonríe. Finalmente la alcanzo. Y nos abrazamos. Y nos besamos. Y nos acariciamos. 

Despierto sofocado y sudoroso. Pero contento. Me encuentro mirando el cielo raso desde mi postura. Y no lo reconozco. El color de las paredes es distinto. El aroma del cuarto, suave, acogedor, femenino. Giro levemente mi cuerpo sobre la cama, hacia mi derecha y...

Ella está junto a mí. Dormida. Apenas cubierta por la sábana blanca y limpia. ¡Qué hermoso sueño! No quiero despertarme. Ni despertarla a ella. Así que me incorporo un poco, sin levantarme, para mirar su perfil. La escucho respirar. Trato de acercar mi rostro al suyo pero muevo el colchón. Ella se mueve. Pero no despierta. Sólo ha descubierto una de sus piernas. Que contemplo embelesado. Quiero tocar su piel. Quiero sentirla. Lo hago suavemente con los dedos de mi mano... Y ella despierta.

Estoy petrificado. Porque no sé qué hacer. Pero ella me sonríe. Y me extiende sus brazos. Y me besa. 

- ¿Esto es un sueño? - le pregunto y me lo hago a mi mismo

- No tontito - me dice cariñosa - Sólo te teletransportaste