La maldición de las maldiciones
Por Cortez
Enviado el 11/12/2014, clasificado en Terror / miedo
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Jorge desde que se levantaba profería maldiciones. Porque se le hizo tarde. Porque no le gustaba el desayuno que su mamá le hacía. Porque al llegar a la escuela no encontraba a la chica que le gustaba. Porque seguramente ya estaba en su salón de clases. Porque curiosamente a Jorge, siempre se le hacía tarde.
Por levantarse tarde. Por tener que bañarse sólo porque lo obligaban. No le gustaba bañarse de prisa y menos con agua fría. Y por eso, para todo maldecía. Y qué decir de sus notas. Siempre eran malas. Y también maldecía.
Tenía un vecino que se llamaba Juan. Que decía ser su amigo. Pero por conveniencia. Porque a Juan le pedía que hiciera sus tareas de la escuela. Que lo justificara con su mamá cuando llegaba tarde a casa. Juan siempre daba la cara por él. Incluso lo invitaba de su almuerzo. Porque Jorge, como de costumbre, lo dejaba olvidado en casa.
Cuando Juan lo invitaba para que él lo ayudara en alguna actividad que sus padres lo habían puesto hacer, como pintar la cerca o lavar los carros. Jorge siempre tenía una excusa. Porque nunca tenía tiempo para ayudarlo.
Y a Jorge le seguían irritando todas las cosas que le ocurrían. Y seguía maldiciendo por esas cosas. Llegaba al grado de maldecir a sus padres y a sus hermanos menores.
- Maldición, mamá - decía en voz alta - Se te olvidó lavar mi sudadera. Maldita sea.
Su madre, que ya lo conocía, sólo le repetía que no se expresara de esa manera.
- Las maldiciones se regresan, hijo mío. Ya no maldigas. Te lo pide tu madre.
- Maldita, maldita, maldita - dijo tres veces consecutivas, sin saber las consecuencias que esto traeria consigo.
Tal vez su inmadurez, su juventud, no le dejaba ver más allá. ¿Qué me podría pasar? Quizá pensaba en su interior. Tal vez ni eso pensaba.
Un domingo en que Jorge iría a un juego de skaters. Una competencia que planeó por seis largos meses. Donde podría lucir sus habilidades frente a la chica de la preparatoria que más le gustaba. Su amigo Juan se había fracturado la tibia de la pierna derecha, tratando de complacer a su amigo Jorge en un parque que se encontraba entre su casa y la escuela. Y le pidieron a Jorge que estuviera con él, un par de horas.
- ¡Maldición! - volvió a decir al negarse a hacerlo. Y de pronto, sintió un mareo y un dolor intenso en los huesos recorriendo desde sus pies hasta su cráneo. Su vista se nubló y ya no se enteró si cayó al suelo o no, porque perdió el conocimiento.
Recobró el sentido y se sintió tan pequeño como una hormiga. Todo lo miraba gigantezco y oscuro. Y es que era una hormiga. Una hormiga que unos niños pequeños, de seis años escasos, habían capturado y maltrataban con un lápiz. Primero con el grafito, tratando de punzarle. Luego con la goma, tratando de aplastarle. Hasta que lo consiguieron. Murió. Tal vez haya sido lo mejor para Jorge, como castigo.
Pero no. Volvió a despertar. Ahora convertido en un gato que perseguían unos adolescentes que tampoco conocía. Lo capturaron entre varios y le colocaron cohetes en la cola. Y los encendieron. Y el gato corrió desesperado. hasta que fue atropellado por un carro.
Y volvió a despertar Jorge. Pero convertido en planta. Una planta que en el parque maltrataban unos jóvenes, dando de patadas enfurecidos. Mientras uno de ellos decía en voz alta:
- Maldición, otra vez perdimos...
Despertó Jorge angustiado. Qué bueno que todo ha sido una pesadilla, pensó. Pero volvíó a sumirse en un sueño profundo. Y despertó siendo una patineta, que los mismo skaters utilizaban.
- No puede ser - pensó en su sueño - Esto no puede ser posible
Lo que Jorge no sabía muy bien todavía. Es que los sueños donde sería maltratado, serían recurrentes. Y que por más que lo intentara no podría despertar.
En el hospital, sus padres escuchaban atentos los que los médicos opinaban de su hijo Jorge.
- Nos parece que su hijo ha entrado en coma...
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