Asesino de los acertijos
Por Cortez
Enviado el 12/12/2014, clasificado en Intriga / suspense
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Tomás Alcántara era un detective por demás eficiente y asertivo. Pero esta vez la había tocado un caso por demás misterioso. Perseguía a un asesino que dejaba acertijos sobre sus víctimas. Era un enigma. Y a él le correspondía descubrirlo.
La primera pista la encontró sobre el parabrisas de su automóvil Tsuru que dejó como todos los días en el estacionamiento de enfrente. Por lo que enseguida supo que no se trataba de una multa de tránsito. Tampoco era común encontrar pequeñas medias hojas publicitarias en ese estacionamiento. Así que lo tomó con cierta seriedad y después de leerlo, lo dobló y lo guardo en el bolsillo de la camisa azul claro de manga larga. Subió a su carro y en el trayecto a su casa fue meditando sobre el mensaje de esa nota.
- " Por buscar a las niñas, perdió las dos. Busca en la oscuridad donde las buscaba." - Trataba de decifrar la frase que por el momento no le decía nada en concreto.
Era cierto que, en la gran ciudad, sucedía un crimen cada día, que se hacía imposible resolverlos por él y por su equipo, con la misma rapidez con la que sucedían. Por lo que tratando de atrapar a un criminal asalta bancos, la pequeña nota quedo rezagada. No extraviada.
- Lo tenemos, Detective. Al fin nuestro ladrón de bancos ha caído - Le informó el sargento por la radio portatil de una patrulla al detective Tomás Alcántara - Está rodeado. Vamos a proceder a su captura. ¿Le gustaría venir?
- ¿Dónde se encuentran? - Preguntó porque al oficial no se le ocurrió darle la ubicación, quizás por la emoción o por la prisa que tenía para dar la buena noticia.
- En la salida del Banco Internacional CBM, en la avenida Pardo
- Gracias por avisarme. No demoro en llegar - Le agradecía al sargento con quien mantenía una sólida amistad desde hace algunos años
Cuando llegó le colocaban las esposas al ladrón de bancos y lo introducían a una patrulla. El detective se acercó al sargento para agradecerle por su llamada. A su vez le comentó lo de la nota. Pero no llegaron a ninguna conclusión.
- Parece que este tipo - dijo el sargento al detective - quiere que tú resuelvas el misterio
- Eso parece - respondió el detective con una sonrisa - Mira que hacerme trabajar horas extras
Y ambos amigos se rieron de la ocurrencia. Esperaban de alguna manera que todo aquello fuera sólo una broma de sus amigos para ponerlo a prueba.
Dos días después, encontraron el cuerpo, de un sujeto con anteojos oscuros, recostado sobre uno de los asientos traseros de un cine. Con el cuello cortado a todo lo ancho. Y las cuencas de los ojos vacías. Y un papel doblado en la mano, con el nombre del detective Tomás Alcántara. Por lo que los policías que lo encontraron le informaron al sargento Ramos y éste al detective Alcántara. Se había resuelto el primer enigma. Pero había una nueva nota. Y habría que decifrarla antes de que ocurriera otro crimen.
- ¿Cómo dice ahora esa nota? - Preguntó el sargento al detective, para ver si podía ayudarlo
- La nota dice: "¿Qué vine a hacer aquí? ¿Perdí mi rumbo? No. Perdiste el equilibrio y algo más. Por eso te hallarán en las afueras..." - Le respondió el detective al sargento - ¿Le encuentras algún sentido?
- Sólo a la última parte del mensaje - Comentó el sargento - Tal parece que quiere que vayas a la salida de la ciudad, ¿Pero a cuál?. Si quieres voy al norte, mientras tú vas al sur. ¿Te parece?
- De acuerdo. Cualquier cosa, me llamas.
Tomás Alcántara llegó primero a la salida sur. Y allí encontró otra pista. En el señalamiento de tránsito que se encuentra al pie de la carretera, estaba escrito con sangre: Me arrepiento
No le quedaba duda de que estaba en el camino correcto. Se apeó y caminó entre los arbustos hacia el interior. Unas huellas sobre la tierra le indicaban que algo o alguien había sido arrastrado, por el sendero. Lo que llevó al detective a otro macabro hallazgo. El asesino de la familia Flores se hallaba, sin orejas, colgado de la cerca del rancho de los Flores. Con un papel doblado entre los dedos de su mano ensangrentada.
- Lo debí imaginar - dijo para sí, el detective - Está cazando a los maleantes que no hemos capturado. ¿Quién seguirá? Porque no entiendo bien el por qué de los mensajes. ¿Por qué me los dirige? ¿Porque me los da en pistas y no directamente? Ya sé que fueron casos que no pude resolver. Pero no tengo idea de quién de las víctimas, está tan resentido como para cobrar venganza por propia mano. Y además dejándome en ridículo.
El detective Alcántara tenía muchas preguntas sin respuesta. Así que se apresuró a leer el siguiente mensaje: "Ya no pudo cantarle a su amigo. Se le acabó la pila. ¿Y él cantará victoria? No lo creo. ¿Qué le faltará?"
- Debo decifrar este mensaje antes de ocurra otro crimen. Supongo que el mensajero quiere que intente hacer algo. Vamos a ver. Este criminal que acabo de encontrar fue liberado porque tenía una muy buena coartada cuando ocurrió el asesinato de la familia Flores. Y el sargento Ramos tenía un soplón en la cárcel que al día siguiente fue apuñalado. "Se le acabó la pila". Ese sería el que no pudo cantar... a su amigo. ¿Acaso se refiere a...? Pero entonces, ¿Quién es el asesino de los acertijos?
De pronto recordó que uno de los oficiales que acompañaban al sargento Ramos era pariente de los Flores. De hecho, era el el oficial Flores carutino. Muy allegado al sargento desde aquel tiempo. No había tiempo que perder. Si su lógica era correcta, el sargento Ramos estaba en peligro.
El sargento Ramos había llegado al extremo norte de la ciudad, en su patrulla y dos más. Doce oficiales en total, contándole a él. Los mando a distintos puntos de la entrada. Y se quedó con el oficial Enriquez y el oficial Flores.
- Vamos - Les ordenó - busquemos en la espesura
Y se adentraron los tres. El oficial Flores se iba rezagando, esperando el momento de deshacerse de su compañero.
El detective Alcántara había entendido todo y circulaba a toda velocidad por la carretera. Intentaba comunicarse con su amigo pero no respondía.
- Responde amigo - Decía en voz alta el detective para comunicarse con el sargento
Lo que no sabía es que el oficial Flores había cortado el cable de la radio de la patrulla. Y que además su amigo el sargento, se encontraba lejos de ella. De pronto, se dió cuenta de que el Tsuru no llevaba suficiente gasolina.
- Lo que me faltaba. Tendré que abastecer o no me alcanzará para llegar al norte.
Y se desvió en la primer gasolinera que encontró.
El sargento Ramos iba tan ensimismado que no se percató de que sólo uno de sus oficiales venía tras él.
- Aquí no hay nada. Regresemos - dijo sin voltear
Entonces sintió un fuerte golpe en la cabeza, que lo hizo perder el equilibrio y cayó.
El detective Alcántara se encontró ante una fila de carros que también iban por gasolina. Y comprendió que no llegaría a tiempo a salvar a su amigo, a menos que tomara esa motocicleta...
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