Necesidad de ayuno total

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Se acercaba la fecha de mi aniversario con Alex y cada vez estaba más excitada planeando cómo sería nuestra primera vez; si bien, quería que fuese algo muy romántico e inolvidable, también confiaba en que involucraría mucho erotismo.

Por supuesto, Eli seguía ayudándome con la planificación y ya tenía reservada una habitación en el Motel Deseo, con jacuzzi, espejos grandes y amplios espacios donde podría poner en práctica todo lo que tenía en mente.

El solo hecho de pensar en todo ello provocaba humedad en mi entrepierna y me hacía desear con ansías que llegase la hora de entregarme por completo a mi novio.

El fin de semana anterior fui a pasar la noche a casa de mi amiga, donde creíamos que estaríamos a solas y hablaríamos por horas de cada detalle o, ¿porqué no?, tener otra de nuestras sesiones de sexo.

Estábamos escuchando música, cuando se me ocurrió elegir una canción para bailarla y hacer strip tease para Alex. Eli me sugirió practicar delante de ella y no pude negarme al escuchar las primeras notas de "Bachata Rosa", porque es romántica y con un ritmo muy cadencioso.

Inicié moviendo las caderas y girando 360 grados muy lentamente, con las manos pegadas a las piernas y levantando la falda que las cubría, pero sin mostrar mi ropa interior.

Deslicé la mano derecha, recorriendo mi torso, pasando por mis pequeños pechos hasta llegar al cuello, por atrás, levantando el cabello y dejándolo caer suavemente, mientras la mano izquierda acariciaba mis piernas y mis redondos glúteos.

Al compás de la canción y en plena sincronía desabrochaba cada uno de los botones de mi blusa, al llegar al último, la dejé caer desde los hombros hasta los codos y después la abrí para mostrar mi pecho, cubierto por un sujetador blanco; le di la espalda a Eli y, echando los brazos hacia atrás, dejé que la gravedad se encargara de la blusa.

Volví a colocarme de frente, masajeando mis pechos por encima de la tela que los cubría, sin dejar de mover las caderas, humedecerme los labios y morder el inferior. Eli tenía una cara que denotaba las ganas de saltar para ayudar a desnudarme y llevarme a la cama, pero se estaba conteniendo muy bien.

Llevé mis manos hacia atrás, para desabrochar el botón de la falda y dejarla caer desde la cintura hasta los pies, meneando la cadera y dando una vuelta completa sobre mi propio eje.

A pesar de que mis prendas no eran lo indicado para esta tarea, me sentía muy sexy y provocativa, además de estar tan excitada que ya sentía mis bragas muy mojadas.

Estaba quitándome el sujetador cuando se acabó la canción y también el encanto de mi sensual baile; fue algo muy decepcionante, porque tenía solo dos opciones: Desnudarme más rápido o conseguir más canciones para no interrumpir el baile; elegimos la segunda.

Mientras Eli buscaba canciones en su PC portátil, tomé una camiseta de algodón, sin mangas, similar a las que usan los basquetbolistas que no alcanzaba a cubrirme el trasero y se notaban mucho mis pezones erectos; con ese precario atuendo fui al baño, a fin de cuentas, no había nadie más en casa de mi amiga.

Oriné, me lavé las manos y al salir al pasillo... ¡Oh, sorpresa!... Ahí estaba David, hermano de Eli, con los ojos tan abiertos que bien podrían haberse salido de sus órbitas. No supe que hacer, solo me limité a recargarme en la pared y tratar de bajar la blusa para ocultar mi intimidad.

"El hermano intruso" pasó de sorprendido a lujurioso en milésimas de segundo, no apartaba la vista de mis erectos pezones bajo la camiseta; me di media vuelta, sin despegarme de la pared, tratando vanamente de ocultarme.

No habíamos cruzado palabra en esos incómodos instantes que se me hacían eternos; de pronto, sentí una mano de David posándose en mi trasero y escuché que decía "¡Por dios, Ame!, ¡Qué buen culito tienes!".

En un día normal mi reacción habría sido abofetear al tipo y correr a refugiarme en la habitación... pero ese no era un día normal, yo estaba sumamente excitada y el contacto de sus manos en mi piel me había subido mucho más la calentura.

"Estás bien buena, mamacita", escuché que susurraba en mi oído, haciéndome girar para poder comprobar la humedad de mi entrepierna, luego meter la mano bajo la pantaleta, abrir los labios inferiores y buscar mi clítoris con una gran maestría, regalándome en instantes mi primer orgasmo de la noche.

Besaba mi cuello, acariciaba mi espalda, recorriéndola toda, llegando a las nalgas y haciendo el camino de regreso una y otra vez. Yo quería más, estaba dispuesta a perder mi virginidad ahí mismo, sin importarme que no fuese con mi novio ni todo el tiempo invertido en investigación, planeación y práctica.

No respiraba agitada... ¡No!... Estaba jadeando y gimiendo, porque ya David se había abierto camino para introducirme un par de dedos en la vagina; no pude contenerme y grité cuando inició el mete-saca con el que logró arrancarme el segundo orgasmo.

De pronto apareció Eli, profiriendo insultos y vulgaridades contra David, creo que también contra mí, pero no puedo asegurarlo porque estaba muy ocupada con mis contracciones vaginales.

Mi amiga me llevó a su recámara, me recostó en la cama, abrió mis piernas y comenzó a lamer mi rajita y meterme dos dedos salvajemente, sin consideración alguna y, con un ritmo veloz, los sacaba y los volvía a meter; tuve, al menos, tres orgasmos más, el último fue muy prolongado y acabó con toda mi energía.

David vio todo el espectáculo desde la puerta. Eli se levantó y dijo: "Eso es todo para ti, hermanito, ve a satisfacerte tú solo, porque esta niña es virgen todavía y no te permitiré volver a acercarte a ella".

Cerró la puerta y me dijo: "Ame, eres una putita, tienes que dejar de pensar en sexo a todas horas porque luego no podrás llevar a buen fin tu celebración de aniversario". Tenía razón, de no ser por ella, ya David se habría encargado de hacerme probar las mieles del placer.

Estuve de acuerdo y me comprometí a practicar un ayuno total de sexo: no pensar en sexo, no hablar de sexo, no ver sexo en TV ni internet, ni permitir que Alex (o cualquier otra persona) me acariciara libidinosamente hasta cumplir el objetivo... sería muy difícil, pero sabía que lo iba a lograr.


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