¿Qué son tristes mis relatos?.
El destino no puedo escribirlo.
Recuerdo la música de tu mirada, tus ojos color cielo, ora mas oscuros, ora verdes, ojos verdes por la noche y entre azul cielo, azul acero en las mañanas luminosas de aquel verano lejano.
Aquella Luna gigante que nos inspiraba estados de goce y asombro, aquellas estrellas entonces tan cercanas, aquella belleza dibujada en la noche, buscando nuevas configuraciones de luz, de promesas de felicidad, que se quebraron en mil pedazos luminosos y se esparcieron por el suelo.
La noche parece haber cambiado, alejando las estrellas cada día mas. El recuerdo de tu mirada aun perdura tan diáfano en mi mente, como un diamante anclado en el carbón mas compactado.
En lo mas profundo de mi espíritu vives todavía, y asoma el recuerdo cuando la melancolía se acerca a visitarme, dejándome su tarjeta de visita si no me encuentra, para asegurarse que sepa que esta ahí, que ha venido y no pudo verme porque una melodía se lo impidió, pero que regresara.
Pero ahora no puede
Como cuando me sumergía en tus ojos y el mundo era tan bello como tu, tan cercano y cálido como
una madre.
Pero las estrellas también te amaban, y una noche fueron a buscarte para llevarte con ellas.
La Iglesia; el camino de vuelta a la tierra de una ilusión demasiado joven.
19 años es tan poca vida, ahora bien lo sé. Y también lo mucho que te ame.
Quiero darte las gracias por esos recuerdos tan lejanos como profundos, por que la vida es tan extraña, me parece injusto que no puedas reír, correr y saltar, y bailar...
Para Esther con amor.
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