La luna brillaba en lo alto y el mar comenzaba a embravecer
Un hombre regresaba en su barca después de horas de arduo trabajo
Impregnado del sudor salado y del esfuerzo del diario acontecer.
Su voz apenas audible clamaba al cielo la oración diaria de agradecimiento y
Envuelto en plegarias avanzaba con paso lento pero firme hacia su casa; donde un
Destino diferente lo esperaba con los brazos abiertos.
Una estrella apareció de repente enorme, brillante, y a su lado un
Angel hermoso que llevaba consigo un cofre dorado
Rebosante de bendiciones. El ángel se acercó al hombre y
Depositó frente a él el cofre, pidiéndole que lo abriera le dio a escoger lo que quisiera:
Oro, piedras preciosas, ricos manjares había tanto por escoger cuando de pronto, el hombre
Fijó la vista en un pequeño frasco que había en el fondo. Un frasco lleno de un
Líquido plateado, brillante, y sin pensarlo dos veces lo tomó; preguntó al ángel que era aquello y
Observando detenidamente pudo darse cuenta que había un pequeño letrero que
Rezaba al calce: agua de la vida. ¿Qué era aquello que había entre sus manos? Acaso
Era verdad lo que sus ojos veían? Un pensamiento cruzó por su mente, la imagen de
Su hijo muerto al que podría revivir con aquel elixir se hizo presente. Sin pensarlo tomó el frasco y
Gustoso agradeció al ángel el hermoso regalo que acababa de recibir. ¡Todo iba a cambiar! el
Obsequio más grande que el ser humano pudiera albergar, la oportunidad de volver a la vida!!!
Mas algo lo paralizó, observó el frasco detenidamente y con los ojos llenos de lágrimas lo devolvió.
El ángel extrañado preguntó el porqué de su acción a lo cual el hombre respondió: un
Zafiro perdería su valor si lo devuelvo a la tierra Él vive en mí y en cada corazón que lo recuerda.
Morir es trasladarse a una casa más bella, se trata sencillamente de abandonar el cuerpo físico como una mariposa abandona su capullo.
Malu Ramírez
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