La conocí en un velorio. Diez años después de que ella se fijara en mí. Ahora ella tenía 20 años y le parecía increíble poder verme de nuevo. Así que me sonrió y me ofreció unas de las galletas que andaba repartiendo.
- ¿Jorge, verdad? - Me preguntó mientras me atendía.
Le confirmé que sí y me dijo que al rato quería platicar conmigo. Cuando tuvimos tiempo de hablar, me reiteró que desde hace varios años yo le había llamado mucho la atención. Pero como ella era una niña y además muy delgada, optó por alejarse y olvidar sus intenciones. No va a fijarse en mí, pensaba entonces. Ahora era una mujer hecha y derecha. Con todos los atributos de sensualidad, belleza y coquetería que tiene una mujer
- ¿Me das tu número de celular? - Me dijo antes de despedirse
Dos semanas después, me llamó. Había vuelto y me pedía que fuera por ella a la terminal de autobuses. Fui a verla y me recibió con un beso en los labios. Luego nos alejamos a un sitio donde podríamos estar solos, cerca de la estación. Pero sólo nos seguimos besando. No llegamos a más. Sin embargo, quedamos de volver a vernos en Córdoba, donde trabajaba. Lo que hice al mes siguiente.
Fue a la terminal con unas amigas para recibirme. Pero después nos fuimos nosotros dos a su departamento. Aunque estábamos solos jugaba conmigo a hacerse la difícil.
- Tengo dos camas en el cuarto. Una es para ti - Me dijo mientras se sonreía
Después de cenar, nos lavamos los dientes y entramos en la recámara. Ella ya iba en un camisón y yo me dispuse a desnudarme para entrar en mi cama. Lo hice de prisa y me cubrí con la sábana.
- ¿Puedo dormir contigo? - Dije tratando de conseguir algo
- No. Cada quien en su cama - Me respondió tratando de ver cómo reaccionaba
- De acuerdo - Le contesté y me dí media vuelta, dándole la espalda
- ¿Ya te vas a dormir? - Preguntó curiosa
- Pues, sí - Le contesté - Buenas noches
Después de unos segundos de silencio, dándose cuenta de que lo estaba tomando en serio y me dormiría en aquella cama que se encontraba a un costado de la suya, me llamó
- Si prometes portarte bien, puedes dormir conmigo
- Por supuesto - Respondí de inmediato y me pasé a su cama
Al principio sólo me acosté a su lado y poco a poco me fui acercando para sentir su cuerpo.
- ¿Sabes dar sexo oral? - Preguntó esperanzada
Ya no le respondí pero fui bajando mi boca hasta su pubis, en busca de su sexo. Restregué mi nariz sobre su panty hasta provocar cierta humedad. Luego se la bajé con la total aprobación de ella. Entonces comenzó mi lengua a lamer sus labios vaginales hasta que ella fue abriendo las piernas para que yo pudiera encontrar su clítoris. Cuando lo hallé, mi lengua no dejó de lamer y succionar. Lamer y succionar hasta que ella mojó mi rostro, aprisionándolo con sus piernas.
Fue entonces, que me permitió penetrarla. Sólo me tocó con sus suaves manos y me puso a tono. Empezamos con el misionero pero después me pidió cabalgar. Giramos nuestros cuerpos y ella se movió sobre mí, muy lento. Luego aproximó sus senos a mi pecho y estuvo así hasta que tuvo otro orgasmo. Eso fue todo. Y nos quedamos dormidos. Pero al amanecer, al sentir su piel desnuda a lo largo de mi cuerpo, tuve otra erección. Y repetimos todo, de la misma manera en que lo hicimos al noche anterior. No me permitió hacerlo de otro modo. Pero lo disfruté al máximo.
Nos estuvimos viendo como 7 meses. A veces ella me llamaba. A veces, yo la visitaba de improviso. Y le llevaba algunos chocolates de Ferrero. Hasta que dejó de llamarme. Y yo de visitarla.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales