Ella y el amor III

Ella

Aquel cuarto día bajó tarde a la calle, esta vez  con la excusa de ir a recargar el móvil. Pero en cuanto vio la nota, se le olvidó la excusa y subió corriendo a su casa. Se sentó en su cama tras encender una pequeña lámpara, dos velas y un incienso. Sentía una curiosidad enorme, pero ese momento debía ser tratado con tranquilidad para saborearlo.

No paró de sonreír, era un chico inteligente, sensible, filosófico y divertido. Cuando acabó de leerla no contuvo en absoluto su risa nerviosa. Se levantó puso música, y danzó por todas partes de la habitación.

Pensó en bajarle las  cartas. Pero no, no quería ponerle las cosas fáciles. Quería mantenerle nervioso unos días más, por más que le costase, y jamás le contaría su estrategia. Quería conexión, y no estrategias, pero en el amor según ella a veces hacen falta para hacerse valer.

Él

Su lado del manillar seguía sin sentimientos y él, preocupado y desesperanzado. Pensó que quizás a ella no le gustaba lo que él escribía, pero no podía parar de escribirle.

Ella

Tras cuatro días sin dejarle sentimientos, decidió dejarle todas las notas. Todo marchaba como ella quería, y estaba ansiosa de hacerle saber con ese gesto que ella  no había dejado de pensar en él.

Volvía a sentirse viva por dentro, sentía que se estaba enamorando a pasos agigantados. El hechizo estaba desapareciendo. Estaba volviéndose a abrir al amor, y sentía que se trataba de una conexión verdadera pues el guion fluía, y todos los pasos de él le gustaban. No tenía que informarle de lo que quería, y no esperaba nada más que lo que él le ofreciese, desapareciendo la decepción tras la no llegada de lo esperado.