Placer compartido
Por Tazzia Mayo
Enviado el 29/12/2014, clasificado en Adultos / eróticos
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Se despertó húmeda. Solo con cerrar los ojos su cuerpo aparecía en su imaginación, perfecto, maravilloso y tan proporcionado que no parecía real ¿acaso lo era? Dejó de imaginar y bajó su mano por el abdomen, suave, sedoso acercándose cada vez más a su pubis, pensando que Juan estaba ahí, mirando, disfrutando de cómo ella llegaba al clímax gracias a él.
Sus jadeos comenzaron a ser más rápidos, profundos hasta que el móvil sonó y todo aquello desapareció. ¿Quién llamaba un sábado a las 9 de la mañana? Se dio la vuelta, cogió el móvil y no pudo creer el nombre que parpadeaba en la pantalla.
- Hola - Intentó parecer recién levantada, tranquila y nada agitada. Pero no debió conseguirlo.
- ¿Pensabas en mi? - Lucía dudó que le gustara esa prepotencia, pero su tono estaba muy alejado de eso. Al fin y al cabo tenía razón.
- ¿Te viene bien que pase a verte? ¿Es muy pronto?
¿Pronto? Nunca era demasiado pronto si podía verle.
Se levantó, se aseó lo más rápido que pudo y se vio frente al espejo, intentaba parecer natural. No quería hacerle pensar que necesitaba arreglarse mucho. Se dio cuenta que era real, sus imaginaciones serían sustituidas por la realidad y de nuevo sintió como sus piernas temblaban y de nuevo la humedad pretendía anegar su ropa interior. De repente llamaron a la puerta y salió corriendo del baño. Se paró en seco, no podía olvidar los principios básicos de las relaciones, fuera lo que fuera lo que estaba pasando entre ellos.
Abrió la puerta y ahí estaba él, mirándola - más bien devorándola -, deseando que esos segundos acabaran y poder vivir lo disfrutado en su última llamada. Solo con imaginar su piel desnuda, su tacto, sus pezones erectos por él, Juan sintió como su sexo le pedía estar en ella, dentro, notando cómo su sencilla calidez se convertía en ardiente pasión.
Sin pensarlo más se lanzó sobre ella, con su cuello entre las manos se aproximó y rozó lo justo para que Lucía pudiera sentir entre sus piernas cómo se alegraba de verla. La habitación estaba cerca pero no podía esperar. La tumbó sobre la alfombra, despacio, con cuidado pero con su mirada encendida por ella. Desabrochó los botones del pijama y uno de sus pezones quedó al descubierto. Lo besó y mordisqueó suavemente mientras uno de sus brazos la agarraba fuerte de la cintura y el otro se introducía en su ropa interior negra, esa que tanto le gustaba. Juan apenas pudo aguantar, notar su humedad hizo que por un segundo dudara poder aguantar lo suficiente. Se bajó despacio los pantalones y se introdujo en ella, notando su suavidad, su excitación por él. La besó y su sexo explotó de placer
Cayó sobre ella gimiendo avergonzado. De nuevo no había resistido frente a ese cuerpo, esa mirada, ese deseo por él. Solo pensarlo sus ganas por ella comenzaban a remontar de nuevo. No podía creerlo, ¿tan pronto? No sabía si a Lucía le parecería bien repetir sin apenas tiempo a ni siquiera besarla o hablarla. Sin darse cuenta noto sus labios en su mejilla, sintiendo su respiración y oyendo cómo le susurraba hazlo Juan, hazme tuya otra vez, quiero sentirte dentro, despacio . Su voz sonaba sensual y no lo pensó. Maravillosa entre sus manos, suave, sonrosada, llamándola...se sentó sobre él y muy despacio volvieron a ser uno. Ahora ella controlaría los tiempos, moviéndose y contoneándose mientras le miraba, mientras sentía su interior completo, ese que llevaba tanto tiempo esperándole. Se colocó sobre él y aumentó el ritmo al final de su sexo que sentía sólido entre sus piernas sus respiraciones comenzaron a acelerarse con su movimiento y ambos gimieron exhaustos.
Lucía se colocó junto a él. Tenían todo el día por delante para descubrirse, ahora en la vida real y deleitarse solo con sus cuerpos.
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