Un portal viviente algo berlanguiano
Entre Don Facundo, el cura párroco, y Román el lisenciao, organizaron el Belén viviente de ese año. - No se quede nadie sin papel, Román.
- No me fumeh Tomasa, no me fumeh, que en Belén no fumaba nadie...recriminó Román el lisenciao, municipal del pueblo.
- Si eh el único vicio que tengo-. Contestó Tomasa la escarbachochos.
- El único vicio dice... murmuró tío Antonio Chirimías, sabedor de que Tomasa, entre otros oficios, había ejercido el más antiguo del mundo.
- Yo puedo hacé de virgen María-. Se ofreció Francisca la Franca.
Se hizo entonces un denso silencio interrumpido sólo por la voz del municipal:¡Ejem... Francihca, dijo aclarándose la voz, la virgen no llevaba bigote...- Yo tenía pensao que hicierah de rey negro...
- ¡De negro va hacéh tu padre, Román!. Protestó la franca.
...
Repartidos los personajes con mucha disputa, se procedió al ensayo general. Román el lisenciao, que de todos es sabido que tenía buena pluma, se había encargado del guión.
Florita, la viuda de ño Pere, haría de Virgen María.
Lorenza la del dicho, de su prima Isabel.
Colgado con unos arneses, Indalecio el Cerote haría de Arcángel Grabié.
El cartero, Ramón Cohete, haría de José.
Tamarita, la sobrina-nieta de tío Antonio Chirimías, sería el niño Jesús.
La mula Cantana, haría el papel de burra.
Melchor, interpretado por Felipe Misterio; Marcial Cascorro el teniente hacía de Gaspar. Tío Antonio Chirimías aceptó a regañadientes el papel de Baltasar.
Don Facundo, aceptó de mala gana el papel de Herodes.
Román el lisenciao, reservó para sí el papel de narrador.
El resto interpretarían a los pastores, lavanderas, etc.
Lo he ehcrito yo, con mucho cariño. He empleao unoh versículoh, pa que quede mah lucío.
Procede Román, procede... Le instó Don Facundo.
A vé si voh guhta...
Sacó los papeles, carraspeó para aclararse la voz y así leyó:
- Leh voy ca contá una hihtoria mú bonita y mú sincera. Va de una palomita un poquito puñetera...
Se dice que el animá, en tiempo de loh romanoh, ha dejao embarazá a la mare loh crihtianoh.
Don Facundo se remeneaba inquieto en su trono de Herodes, escuchando la particular versión del municipal.
- Con miedo va esa María a vé a su prima Isabé, pa explicale cómo y sin vení a qué, ehtá preñá d'un palomo...
Pausa valorativa y murmullos socarrones de los presentes. ¡Respeto, Román!. ¡Respeto!. Interrumpió el cura.
- La inhpiración no conoce rehpeto, Don Facundo. Terció Román. Y prosiguió:
- Mú llorosah d'ambah doh, ya piensan en la manera de contalo a ese José de forma que se lo crea. Ehtaba el probe infelí acabando unoh arconeh cuando vinieron lah doh a tocarle loh...
- ¡Por favor, Román!. Volvió a interrumpir don Facundo.¡Modera tu lenguaje, que es la Sagrada Historia!.
- ¡Cómo eh posible, mujé, que una simple palomita haya plantado en tu sé tan pequeña semillita!.
Sonrió ahora el cura, complacido.
Se hizo presente Cerote en el papel de ángel, colgado de un arnés,revoloteando la escena, con una cara de pánico que provocó las risas de la concurrencia.
- Ehtando dormío José, se l'apareció Grabié con suh alitah de ángel, pa contale con aplomo que su hijo eh d'un palomo.
El probe del carpintero, sin habé pegao ni ojo, tiene la mente hecha un nudo, pensando que eh un cornu...
- ¡Román, cíñete el texto!. ¡Y no me hagas libres interpretaciones!. Se quejó don Facundo.
- Juyendo salen loh doh del pueblo de Nazaré, montadoh en una burra, ¡le duelen mucho loh pieh!.
- ¿Queda mucho, buen marío?.
- No queda tanto mujé, porque dentro de un ratino llegaremoh a Belén, que eh el pueblo de loh míoh.
- Y el maldito posadero, no sabiendo quiéneh son, loh echa de la posada sin ofrecele jergón.
Pero algo se ilumina en la mente del hotelero y leh ofrece un huequino en un ehtablo vecino.
- Ponte aquí buena María, mú cerquita de la vaca y no te muevah d'aquí que m'ehtoy haciendo...
- ¡Modérate, Román!. Terció de nuevo Don Facundo.
- Hombre, Don Facundo, dehpuéh del viaje, José tendría que evacuá. Digo yo... Se defendió Román.
- Prosigue Román, prosigue.
- Allí quedan d'amboh doh con la sóla compañía de la burrita y el buey, mú cerquita de María.
- Mú tranquilo ehtaba tó, poh era de madrugada, cuando a la pobre María ya le vienen lah arcadah...
- ¿Qué arcadas, Román?. ¿Qué arcadas?. Le vendrían los dolores del parto, ¿no?. Protestó otra vez el cura.
- A unoh pahtoreh vecinoh, con un movimiento bruhco, se l'aparece Grabié en lo alto d'un pedruhco...
- ¡Acercase y ehcuchá!. ¡Que ha nació en un portá un humilde zagalillo, mu chico pero mu sano, que ha venío a liderá a todo el pueblo crihtiano!.
Las lágrimas corrían ahora por las mejillas del sacerdote. ¡Así, sí!.
- Y se van para el portá, cargaítoh de regaloh, un choto le lleva uno; otro huevoh, y un bizcocho ya le lleva Tomasa la escarba...
- ¡Román!. Pataleó de nuevo Don Facundo en su trono.
- Y de un sitio mu lejano, entre el rumó de la gente, han llegado bien vehtidoh, loh Reyeh Magoh de Oriente. Marciá Cahcorro eh Merchó; Mihterio como Gahpá; y llenito d'alegría entra ahora en el portá haciendo de Baltasá, el tío Antonio Chirimíah.
- Oro que le trae Gahpá, y Merchó le trae incienso. Baltasá que eh mah borracho, trae pa todoh unah birrah...
- ¡INTOLERABLE, ROMÁN!. Lo que traía el buen hombre era mirra.
- Y entonceh, ¿con qué celebraron la venida del Mesiá?. Rebatió Román.
- Pues cantando villancicos, melón. Contestó el cura. Acaba ya...
- Y con todoh mu alegreh, con villancicoh cantando, acaba el hermoso cuento, que empezó con un palomo y aún sigue resihtiendo. Termina así nuehtra hihtoria, la mah bonita del mundo, de la que sigue viviendo nuehtro cura Don Facundo...
Silencio momentáneo y luego aplauso general de los presentes. Al cura, sin embargo, no le hizo tanta gracia.
Felices Fiestas a todos.
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