Compartiéndole...
Por Tazzia Mayo
Enviado el 31/12/2014, clasificado en Adultos / eróticos
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- Tengo una sorpresa para ti. - Juan sonaba diferente, ya habían probado cosas que Lucía ni imaginaba poder hacer, pero esta vez su tono era diferente.
- ¿De qué se trata?... ¿No puedes darme un adelanto ? - Su tono era lo suficientemente sugerente para que supiera a qué se refería.
- Este fin de semana lo sabrás.
- Estaremos todos en la casa rural no será lo mismo. Lucía no sabía a qué se refería, ¿acaso no era nada sexual?
Llegó el sábado por la mañana y se encontró junto al espejo preparándose, poniéndose su ropa interior más sexy. Había elegido la transparente, pero dejando algo a la imaginación. Mirándose al espejo igual no dejaba tanto, sus pezones erectos eran bien visibles, y esto solo imaginándole frente a ella clavando su mirada en sus pechos. Hoy no quería seguir la línea de siempre, esta noche le disfrutaría, durante horas quería tener el monopolio de Juan, que se estremeciera con ella y que pudieran compartir todas sus fantasías.
Las horas pasaban y se vio compartiéndole con todos y peor aún, con un montón de chicas que se habían unido al fin de semana fuera de la ciudad, y una en especial, que no dejaba de insinuarse sin ninguna vergüenza. No podía más, decidió subir a la terraza e intentar despejarse.
Era precioso, tenía frente a ella una hermosa inmensidad pero donde él no estaba. En ese momento escuchó como alguien entraba, y antes de darse la vuelta, Juan tapaba desde atrás su boca susurrándole al oído por fin tendrás tu sorpresa morena. Lucía se estremeció, se giró y no pudo reprimir su expresión de sorpresa. ¿Qué hacía ella ahí?
No habían sido imaginaciones suyas, pera la insinuación había sido mutua. ¿Quería compartir sus momentos juntos con ella? ¿Sería capaz de poder hacerlo? Decidió no oponerse por lo menos, sin intentarlo. Siendo objetiva, era guapa, alta, buen cuerpo si no ahora, ¿cuándo? Respiró y deseó que esa experiencia mereciera la pena.
Juan cogió la mano de Paula sin soltar a Lucía. Se dio la vuelta y volvió a disfrutar sus labios, acariciando su cuello, mientras sitió las manos de Paula en su abdomen, tras él, suave, despacio y dirigiéndose hacia esa zona que tantas veces había soñado con vivir lo que había llegado al fin. Sin dejar de besar a Lucía, ambas juntaron sus manos bajo su pantalón, acariciándose y acariciándole, despacio.
Lucía decidió tomar el mando y allí, con un paraje maravilloso tras ellos, desabrochó su cinturón y bajó a besarle besar lo que sabía que más le gustaba mientras Paula probaba sus labios. La cogió entre sus manos y deslizó su lengua sin prisa, saboreando cada milímetro. Pocas veces pudo sentirla tan firme, consistente y preciosa, sí, era preciosa. Tras no dejar ningún resquicio sus labios tomaron partido y pudo sentirla en su boca aún más sólida, cuando de repente Paula introdujo también sus dedos. Se unió y bajó junto a ella, Lucía abrió los ojos y vio como se acercaba lentamente, ambas se fundieron en un beso húmedo y profundo que Juan disfrutó observando y sabiendo que tenía que sacrificarse y contener aquella explosión que sentía para un momento más adecuado.
Decidieron bajar a la habitación y sobre la cama, Lucía pensó que no había estado nada mal. Se quitó la camisa y apenas sin darse cuenta sintió como Paula besaba sus pezones mientras Juan acariciaba su pubis y dirigía su lengua donde su humedad inundaba las sábanas. Se tumbó, abrió los ojos y viendo a ambos centrados en hacerla disfrutar y disfrutó, cada segundo, cada roce, cada caricia. Paula sabía muy bien cómo hacerlo y qué decir de cómo Juan deslizaba su lengua sobre su clítoris. Poco antes de llegar, Paula cambió su lengua por la de Juan mientras este se introdujo en ella, tan suave como recordaba, mientras veía como Lucía con Paula sobre ella, también la saboreaba. Todo estaba saliendo muy bien, Paula tenía el sabor que ella hubiera esperado, mientras tener a Juan dentro hacía todo más intenso. Los gemidos de este se hicieron más intensos y los tres sabían que era el momento de dejar de contenerse
No pensaba que volviera a repetirlo, no le compartiría, pero ese momento sería parte de sus fantasías, esas en las que solo estarían ellos dos.
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