SWINGERS

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Miré a mi alrededor y pensé que cojones hacía yo allí. El lugar era lujoso, con mil luces que lo embellecían, camareras semi desnudas y mucha gente follando en cualquier rincón. Sin ir más lejos, a mi lado izquierdo, una mujer de unos 50 años y su marido le tocaban el falo a un tío, que por la cremallera se la había sacado. Sus gemidos retumbaban en mi oído, pero estaba tan nerviosa que nada de lo que veía me ponía cachonda, ni si quiera observar, con lo que a mí me gustaba...

-Cariño relájate, si quieres nos vamos. - Escuche decir a Aitor.

Negué con la cabeza. La maravillosa idea de haber venido a este lugar fue mía, y aunque ya no me pareciera "tan maravillosa" no iba a rajarme. Mi vida sexual tenía que mejorar y después de haber descartado miles de opciones, la que me quedaba por barajar era esta. Tome mi whisky solo de un buche y me acerqué a mi chico con malicia, fui directa a su pene, tampoco me iba andar con rodeos a estas alturas. Le comí la boca mientras le sacaba el regalito del pantalón, que no tardó mucho en ponerse duro y comencé a pajearlo tranquilamente, suave y pausado.

-¿Necesitas ayuda?- La voz de una mujer sonó detrás nuestra. Venía acompañada de un hombre, que supuse era su marido. Les eche un vistazo rápido. Morena, media melena, buen cuerpo, cara fogosa y unos ojos extremadamente azules que le favorecían bastante a su pálido rostro. Él, moreno también, ojos oscuros, alto, no nada del otro mundo pero físicamente para echar un polvo se le veía bien.

Miré a Aitor con cara de cuestionario y él me devolvió la mirada con cara de aprobación.

"Si." - Le contesté después de nuestro pequeño análisis visual, y nada más hubo que decir para que esa mujer, de la que no conocía siquiera su nombre, se arrodillará allí mismo a chupársela a mi marido , al que casi se le volvieron los ojos de placer cuando esa mujer se la metió en su boca. Mientras yo pajeaba, ella chupaba.

El hombre se acercó a mi por detrás, y agarrándome del pelo, me pegó el cuello a su boca y me susurró en el oído " Estoy deseando follarte la boca desde que te he visto esos labios gruesos, se te tiene que dar de lujo". Mis nervios se reducían y mis bragas comenzaban a mojarse.

Cuando Aitor estuvo a punto de derramarse en la boca de la morena, la pareja dio por terminada la sesión de barra y nos invitaron a pasar a un lugar más discreto. Por allí rondaban aún muchos practicando sexo, pero como todos estábamos a lo nuestro, ninguno nos parábamos a mirar desmesuradamente el numerito que montaban otros.

Hugo y María, o así decían llamarse, nos tiraron en una cama redonda, con unas sábanas de seda rojas en la que daba gusto estar. Casi al mismo tiempo nos comenzaron a devorar. Hugo abrió mis piernas y sin mucha delicadeza comenzó a comerme el coño, miré a mi lado al escuchar a mi marido decirle cerdadas María mientras se la chupaba, ya se había soltado el pelo y comenzaba a disfrutar de verdad. Me dio un poco de celos, hacía mucho que no sentía esa sensación tan irritante, puesto que nunca había compartido a mi marido. Ese pensamiento se me fue rápido cuando Hugo me atrapó por la nuca y comenzó a chuparme entera; cara, cuello, tetas, ombligo... me pegó un bocado en el clítoris. "Andrea, estamos a lo que estamos. Yo no gasto saliva en balde". Me gustó su chulería. Volví a lo mío, agarré aquel tío por el pelo y lo obligué, literalmente, sin dejarlo respirar a devorarme el sexo brutalmente hasta que me corrí en su boca. Su cara al ver esos grandes chorros salir de mi orificio fueron de una mezcla de morbo y miedo, pero poco a poco abrió la boca y los recibió gustoso.

Me di cuenta de que mi marido me miraba y María lo cabalgaba lenta y sensualmente. Vi en sus ojos lo que hace mucho no veía. Pasión. Se mordía el labio y sus ojos brillaban intensamente mientras otro disfrutaba de su mujer. Me acerqué a "cuatro patas" a darle un beso mientras Hugo aprovechó para azotarme un poco desde atrás y tocar mi orificio oscuro. No me hizo mucha gracia, de hecho, nunca me ha gustado. Pero lubricó tanto su dedo y lo introdujo tan suavemente que un gritito de placer asomó de mi garganta. "te voy a follar por todos lados, pero antes chúpamela. Me muero de ganas"

Tenía los pantalones bajados cuando me di la vuelta, su miembro estaba completamente duro y mirando totalmente hacia arriba. Era perfecto. Más grande que el de Aitor, cosa que cuando mi marido vio no le hizo gracia, pero a mí sí y mucha. Muy moreno, con la punta rosada y unas gotitas casi trasparentes brotando de ella. Apetecible para comer.

Saboreé su glande disfrutándolo como si el placer me lo proporcionara a mí, y en cierto modo era así, mi coño daba espasmos y se mojaba cada vez más. Me lo introduje en la boca suavemente, tragando lo máximo posible, hasta darme arcadas incluso. Y comencé a darle fuerte, agitando mi boca a la vez que mis dos manos. Comenzó a gemir y me apartó rápidamente. "Si sigues, me corro"

No me dio tiempo a mucho, Hugo se subió encima mía y comenzó a embestirme. Llamo a Aitor con un gesto de mano para indicarle que lo ayudara. Sacó su verga de mi sexo y dejó que mi marido se colocara encima de mí, él me levanto en volandas y se colocó debajo. Me lubricó el culo y empezaron a penetrarme juntos. No sé cuantas veces me corrí en aquella postura. Sé que ellos aguataron mucho más que yo. Gritaba como nunca, mis oídos escuchaban blasfemias hasta ahora, desconocida para ellos. "Follarme más fuerte cabrones" "correos en mi cara" y muchas más cosas así, raras en mi.

Salieron de mí, casi al mismo tiempo. María (que hasta ese momento no supe donde estaba) esperaba de rodillas en la cama pacientemente. Cogiéndome de los pelos mi marido me pegó a ella y derramó su líquido viscoso sobre nuestras caras, la que lamimos y compartimos entre nosotras dos y nuestras bocas dándonos un impresionante beso y chocando nuestras lenguas manchadas de semen.

Poco más tarde Hugo tendió a su mujer y se corrió encima de su chocho mientras esta se masajeaba el clítoris aprovechando la humedad de aquel líquido. "Límpiala Andrea" yo me acerqué gustosa a quitar con mi lengua aquella gran cantidad de semen, aprovechando para comerme su coño y hacerla terminar a ella también.

"Me refería que la limpiaras con papel, pero así me ha gustado más" - Dijo Hugo mirando a Aitor y con sus pollas totalmente tiesas de nuevo, listas para una nueva batalla.


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