Una noche de sexo para no olvidar. (primera parte)

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Hace un año atrás, en una noche cálida, festiva y prometedora, Clara Salió de su casa dispuesta a encontrar algo de aventura, amor y sexo. Para la ocasión se puso su mejor vestido, era una prenda de seda negra, ceñida y corta, que dejaba ver sus largas piernas y sus vertiginosas curvas, se plantó unos altísimos tacón puntilla, se maquilló los labios de carmín rojo intenso, y cuando consideró que ya estaba lista se marchó.

Cogió un taxi y se dirigió a su discoteca favorita, al llegar al lugar se pidió un margarita, hizo un barrido visual a todos los hombres que estaban allí, e inmediatamente supo a quien deseaba, en el fondo del bar, había un grupo de hombres, algunos de ellos con cara de matones, pero el que llamó su atención, destacaba por su imponencia y seguridad en si mismo, con un simple chasquido de dedos, los que le acompañaban obedecían sus ordenes, tenía unos treinta años de edad, moreno, alto, atlético, de rostro atractivo con unos penetrantes ojos negros y una mirada turbia, y peligrosa, pero Clara pasó por alto ése detalle.

Puso en marcha su plan para llamar la atención de éste.

Cogió del cuello de la camisa a un joven con cara de pardillo y medio borracho que tenía al lado, lo arrastró hasta la pista sin darle opción a negarse, y como una serpiente encantadora comenzó su danza alrededor del chico, meneándole sensualmente las caderas contra la pelvis, frotando al ritmo de la música su cuerpo al de él, de arriba abajo y de abajo arriba. Mientras seguía con su baile de sirena, miraba sensual y seductoramente a su presa. Cuando consiguió la reacción que quería en aquel desconocido, dejó en medio de la pista al joven, se fue a la barra y se pidió otro margarita.

 

Mientras esperaba su copa, se acercó a ella un hombre, y le susurró algo al oído, Clara sonrió, cogió el margarita y lo acompañó a la mesa del tipo al que había estado seduciendo.

_buenas noches señorita_ la saludó, siéntate a mi lado por favor, ¿qué tomas?, margarita, pidieron las bebidas y casi entre gritos por culpa del alto volumen de la música entablaron una animada conversación, entre risas Y sin preámbulos dejaron claro lo que deseaban. _¿aparte de bailar muy bien, tienes otros dones señorita?_ llámeme Clara por favor, de acuerdo Clara, _¿hay algo mas que le gustaría enseñarme?_, si pero, éste no es lugar, _entonces, tal vez quieres acompañarme a un sitio mas privado_, por respuesta Clara le ofreció una seductora sonrisa, el tipo que aún no había dicho su nombre pidió la cuenta. Ah!_puedes llamarme Fabio. Encantada de conocerle Fabio. _tutéame por favor, ahora que vamos a ser amigos..._ dicho esto a Clara le pareció percibir en él una sonrisa macabra. Se levantaron de la mesa, la tomó del brazo y le pidió que lo acompañase.

 

En la calle les esperaban dos todoterreno negros de cristales tintados, se subieron en uno de ellos y se marcharon, derepente Clara sintió un escalofrío, y se abrazó así misma, _¿pasa algo?_, no, nada...

Después de una hora de camino, llegaron a una casa lujosa, de techos altos, y amplias habitaciones, la decoración resultaba un tanto extravagante, lo que mas llamaba la atención eran los cuadros de ninfas y variados desnudos de artitas muy caros, Clara quedó impresionada con el derroche de lujo que allí había. Ponte cómoda, después del largo viaje querrás hacerlo, te pondré una copa, ¿que deseas?, whisky por favor, marchando.

 

Fabio volvió con las copas, puso música, tomó a Clara por la cintura, la atrajo hacia él, y armoniosamente bailaron, en medio del mágico baile se besaron apasionadamente, un beso que desconvocó en caricias para después arrancasen la ropa y terminar haciendo el amor ahí mismo. Pero lo que Clara no sabía es que esa noche eso no iba a ser todo, Fabio tenía otros planes, le pidió que lo acompañase, ¿a donde?, a mi habitación de juegos, _no iremos a jugar ahora a la playstation!_ comentó Clara, _jajaja! No_, respondió él, _uff! menos mal porque no estoy en condiciones._

 

Se dirigieron hacia el sótano, dejando la ropa desordenada en el salón, entraron en el, cruzaron un pasillo, Fabio abrió una puerta que había al final de este, y accedieron en un cuarto que estaba totalmente oscuro, cuando Fabio encendió la luz, Clara se quedó pasmada con lo que allí vio.

 

 

La luz de la habitación era tenue y de un color rojizo, en medio del cuarto había una jaula, y dentro de la jaula una cama vestida con sabanas de ceda de color rojo, en el cabecero y a los pies de la cama colgaban cadenas con anillas que hacían de esposas, también había una mesa con un amplio y variado instrumental que parecía concebido para torturar. Clara también pudo darse cuenta que en la habitación había un tablón de madera en forma de cruz con esposas en cada extremo y cadenas a los pies, y una exposición de látigos colgaban de la pared.

La sacó de su estupor la voz de Fabio, pasa, _no quiero_ ¡entra!_ le ordenó. Clara avanzó despacito como prolongado el tiempo, esperando un milagro que la sacara de ese aprieto, temiendo lo que allí estaba apunto ocurrir.

 

_¡vamos!_ arrastras la metió en la jaula y la tiró en la cama, Clara rompió en llanto. sss! no llores por favor, no quiero forzarte preciosa, he pensado que te gustaría, perdona si te he asustado es solo que he creído que querías aventura ya que te he visto con ganas de pasártelo bien esta noche. Clara seguía asustada, pero cedió e intento tranquilizarse, no me hagas daño por favor, _no te lo haré_ te lo prometo, ¿y que tengo que hacer?, _ relajarte, obedecer y disfrutar_, te aseguro que lo que hoy vas a experimentar aquí, no lo vas a olvidar jamás.

 

Esposó a Clara al cabecero de la cama, cogió de la mesa un pequeño látigo, se lo enseñó y en un tono casi inaudible le dijo _tienes unas grandes tetas, perfectas para esta herramienta, Fabio levantó la mano y a Clara se le desorbitaron los ojos cuando vio que este iba a fustigarle los senos, le lanzó el primer latigazo, Clara emitió un gemido, mas por el susto que por el dolor que este le causó y se sorprendió de que no le doliera tanto como se esperaba, te gustó muñeca, ¿verdad?, sois todas iguales al principio os hacéis las inocentes temblando de miedo y al final todas disfrutáis. le dio otro ramalazo mas y otro mas y mas... hasta que Clara chilló, _¡para por favor!, muy bien señorita, creo que estos pechos ya están a punto.

Soltó el pequeño látigo, y cogió una tira de bolas chinas, _¡ay madre!_ exclamó Clara_ y ahora preciosa, te meteré estas bolitas por tus cavidades húmedas y oscuras para preparar también a tu vagina, ¡ábrete de piernas!, obedeció, ¡mas!, y las abrió mas. Fabio separó los labios que cubren el orificio de la vagina y le metió una a una las esferas metálicas.

Acto seguido salió de la jaula y se marchó, dejando a Clara atada a la cama.

 

 

 


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