recuerdo de mi infancia que...

Alcé a vista, con esto salí del trance , mi padre estaba escondido unos metros mas adelante a la sombra de unos arbustos , fui a su encuentro agazapado y me uní a el en su escondrijo.

Papa , que has visto? – pregunte en voz baja – mira , entre aquellos robles. Era un gran ciervo de pelaje claro, grandes orejas y cuernos majestuosos. Nunca había visto uno , al menos tan de cerca , hacia poco que vivíamos en el bosque y Papa no había salido a cazar mas que dos o tres veces pero se le daba bastante bien, me contó que su abuelo lo enseño a cazar desde pequeño y el quería hacer lo mismo conmigo a pesar de las pegas de mi madre ,ella dice que es cruel que era pequeño todavía y de mas escusas , pero Papa insistió, a mi no es algo que me llame la atención, pero Papa estaba ilusionado con que siguiera sus pasos, así que acepte , que remedio...

Papa me pidió que le trajera la bolsa larga que había llevado a la espalda todo el camino sin apartar la vista de su presa, se la alcancé ,pesaba bastante, abrió la bolsa y saco un arco de caza metálico , parecía recién comprado y estaba listo para ser usado extrajo unas flechas y cargo una en el arco. El ciervo estaba en el otro lado pastando por su bonito bosque sin siquiera imaginar que de un momento a otro pasaría a mejor vida con la cabeza gacha ,de lado, Papa aprovecho esto para tensar el arco y apuntar ,el arco se comprimió a causa de la tensión, me sorprendió que a Papa se le diera bien esto, no es algo que le valla mucho a un simple oficinista que trabajaba en una aseguradora de hogar. No imagino a Papa agazapado en su cubículo tras su pared con ese mismo arco y flecha apuntando a su jefe al otro lado de la planta sin que el se percatara de la flecha que le apuntaba a la cabeza y tomándose su habitual café de las 11.

Papa fijo su blanco y susurró – mira hijo, atento a la presa. Esa frase me hizo reflexionar lo siguiente, se refirió a él como una presa , ni siquiera como animal, dijo “presa” como si no fuese mas que un trofeo, un montón de carne ,como si ya estuviese muerto. Todo esto lo pensé con los ojos clavados en el ciervo que pastaba tranquilamente sin molestar y silencioso. De repente y sin mas un silbido rompió el silencio y me sacó de mi burbuja ,solo para ver como el animal caía en redondo en el suelo y ver a mi padre correr hacia el .

¡Mira hijo, mira! – Grito exaltado y triunfal. Yo desde lo lejos y blanco como la primera nevada de invierno observaba desde lo lejos como una vida se extinguía bajo la sombra de mi padre. Me acerque lento y silencioso ,acababa de presenciar ,sin duda alguna, el acto mal vil y visceral que había sucedido en mi infancia. Llegue y vi a mi padre palpando el que era ya cadáver, desde cerca parecía aun más imponente .La flecha había perforado la piel a la altura del costado y se hundió ,muy probablemente,perforando un pulmón cayó hacia el lado contrario y con la cabeza tiesa y estirada ,sus ojos permanecían abiertos y sin vida, la lengua se salio de su boca y era especialmente larga. Papa sacó la flecha del cuerpo aun caliente , estaba empapada en sangre roja y espesa.

De la cavidad en la que se vio alojada la flecha , broto a borbotones la sangre que saltaba y salpicaba mis zapatos viejos ,que uso para andar por el basto campo ,aquella sangre que resbalo lenta y espesa por la panza del ciervo no era la misma que humedecía la flecha si no otra mas espesa y oscura de despedía un olor nauseabundo, – así debía oler la muerte – pensé mientras me tapaba la nariz con la manga de la chaqueta . Mi padre estaba a lo suyo con el cuerpo y yo me vi algo apartado,me invadió un sentimiento de tristeza, y mojé la manga con mis lagrimas .No por que mi madre tuviera razón sobre la crueldad , ni por que mi padre había hubiera cometido un asesinato aquella tarde, ni por que aquel ciervo inocente hubiera perdido la vida en aquel bosque, si no por que aquel día descubrí un aspecto de la vida que jamas había vivido antes.