Como aprobé la asignatura de gimnasia.

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Estudiar si, correr no. Para que nos vamos a engañar, soy floja en ese aspecto y por mucho que me esforzara en gimnasia nunca superaba las pruebas físicas. Alfredo, mi profesor sabía que yo tenía muchas posibilidades de ser algo en la vida gracias a mi esfuerzo por los estudios, pero aún así y aunque le diera pena, si no aprobaba su puñetera asignatura, no había nada que hacer.

Hablé con él para intentar darle una solución a mi problema y llegamos a la conclusión que lo mejor sería un preparador físico que me ayudara por las tardes.

"Yo lo haré encantado Andrea, siempre y cuando te esfuerces y pongas interés". Acepté encantada. Sobre todo por no gastarme el pastizal que costaba un entrenador personal.

Llegamos al acuerdo de vernos esa tarde en el gimnasio de la facultad a las 17:00 horas, a esa hora ya no rondaba nadie por allí.

Comenzamos con las pruebas: flexibilidad, fuerza, resistencia y velocidad.

Corría una mierda y aguantaba otra más grande, pero la flexibilidad si era lo mío, había estado muchos años en ballet y rítmica y se lo quise demostrar.

Él me miraba divertido apoyado en la pared. Lo miré por un momento detenidamente. Era muy atractivo. Tendría unos 39 o 40 años, pelo moreno, ojos miel, labios carnosos, y mucho más alto que yo. Vestía un chándal naranja fluorescente con adornos negros que resaltaban su moreno de piel. De su cuello colgaba un silbato plateado. Sonreí al imaginar las cosas que podría hacer con ese silbato suyo.

Me estaba poniendo cachonda de pensar en aquello. Alfredo pareció leerme el pensamiento y quiso disolver mis pensamientos.

Andrea, ¡vamos! enséñame eso que sabes hacer.

Me apoyé en la pared completamente recta.

-Me tienes que ayudar. Con tu rodilla aprieta mi pierna derecha e inmovilízala que no me pueda mover, y con tu mano sujeta mi pierna izquierda y súbela todo lo que puedas. - Sin miedo.- Le dije al ver que lo hacía tan despacio que parecía estar compuesta de moléculas de cristal.

Mientras él me miraba asombrado yo lo interrumpí atrapando su silbato y metiéndomelo en la boca.

Lo tenía muy cerca, tire del silbato con mis dientes para que se acercara un poco más a mi cara y cuando lo tenía a centímetros chupe aquel aparatito frío y de sabor a hojalata. Un breve "Pii" salió emitido del cacharrito y él salió de su hipnotismo. "Alfredo, baja que duele". Y soltó mi pierna tan fuerte que parecía haberle quemado la mano.

Fui a beber agua para dejarlo componerse un poco y no asustarlo. Al soltar mi botella me agaché completamente dejando mi culo en pompa delante de sus ojos, que aunque no los viera, los notaba fijos en mi. Los pantalones deportivos cortos que llevaba dejaban poco a la imaginación en aquella postura.

Coloqué un banco en mitad de aquel pabellón y me tendí encima a lo largo. Abrí mis piernas todo lo que pude a los lados y llame al profesor con un gesto de dedos para que me ayudara a abrirme más. Coloqué sus manos en la cara interna de mis muslos y lo hice apretar hasta que mis piernas tocaron el suelo. "Joder Andrea, pareces un chicle". Me dijo sin soltarme. Yo con mis manos agarré las suyas y las manejé recorriendo mis muslos hasta llegar a mi coño.

-¿ Andrea que haces?

- Estoy húmeda. Por favor, ayúdame a quitarme esta calentura. Te prometo que no se enterará nadie.

No se controló ni un poco más, comenzó a tocar mi coño a través de los finos pantalones y mi humedad crecía al ver su cara de lujuria mezclada con miedo. Echó a un lado mi pantalón y mis bragas se fueron detrás y comenzó a chuparme los jugos hasta dejarme totalmente limpia y empezar con mi clítoris. Moría de placer.

- No chilles Andrea, podría quedar alguien aún por aquí. - Me dijo sin parar de lamerme.

Tapé mi boca con mi mano para que mis gemidos se escucharan menos. Sobre todo, cuando introdujo casi todos sus dedos de la mano y me hizo correrme dos veces seguidas sin descanso.

-¿ Listo? ¿Se te ha pasado la calentura? - Preguntó tapando mi chocho con mis pantalones.

-No profesor, quiero que me folles a cuatro patas sobre el banco. - Dije con la mejor cara de puta que pude poner para que no se echara atrás.

Me cogió por la coleta y me hincó de rodillas delante de él, comencé a morder el gran bulto que se escondía bajo ese chándal naranja, consiguiendo hacer un reguero de babas mojadas sobre la tela. Liberé su falo de aquel pantalón que solo estorbaba y al salir tremendo cacharro me dio un porrazo en la barbilla. Aquello le excitó bastante y comenzó a darme con ella sobre la cara, hasta que de una sola embestida la metió en mi boca. Chupé y chupé ayudando a pajearle con mi mano hasta que se apartó rápidamente para no correrse.

Se tomó un descanso para que aquel gusto que le había proporcionado pasase a un segundo plano y poder continuar conmigo. Me puso de pié frente al banco y me hizo apoyar mis manos en el con las piernas juntas completamente y cerradas. Bajó mi pantalón y me penetró rápidamente. Unas cuantas embestidas y ya, muy placenteras en aquella postura, pero muy rápidas. Lo miré con mala cara, no quería que esto acabase aquí.

- ¿Cómo aprobaste la prueba de resistencia profe? - Le dije con picardía.

Aquello le hizo gracia y mientras sonreía me besó. - Me tienes muy caliente Andrea. Me voy a correr, pero antes, vamos a ver si tu apruebas la de flexibilidad.

Repitió el primer ejercicio y apoyada en la pared subió mi pierna hasta arriba; así me folló haciendo que me corriera varias veces y dejándome, esta vez, gritar de placer. El también gruñó cuando se corrió, sacando su polla un poco de mi y derramando su semen caliente en mis piernas.

- Tú me has manchado el pantalón y yo a ti las piernas. Te la debía. - Dijo mientras me daba un dulce beso en los labios.

-Tienes aprobada flexibilidad, pero aún te quedan algunos entrenamientos más y superar las otras tres pruebas.- Dijo atrapándome por la cintura y dándome, esta vez, un beso más apasionado.

- Tú tienes aprobada velocidad, pero aún te queda resistencia.- Dije metiendo aquel silbato de nuevo en mi boca sensualmente y en tono chulesco.

- Como vuelvas a hacer eso, te follo de nuevo.

Atrapé el cacharrito y lo volví a hacer, tentando a la suerte.


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