Húmedo vestuario...
Por Tazzia Mayo
Enviado el 10/01/2015, clasificado en Adultos / eróticos
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Había tardado siglos -o eso le parecía a Carla- en elegir el modelo de bikini que más le favorecía. Se quitó la ropa despacio y se puso frente al espejo. Sabía que era infantil haberse inscrito a las clases solo porque Iván fuera el monitor. Desnuda comenzó a imaginar cómo sería tenerle frente a ella mirando lo mismo que ella veía ahora, con pasión y deseo en sus ojos, con ganas de hacerla suya, tocarla, saborearla .ojalá no se sintiera estúpida si nada pasa, de todas maneras nadie más lo sabría. En ese momento oyó unos pasos que se acercaban, y un ruidoso grupo de chicas la devolvió a la realidad; terminó de vestirse y fue hacía la puerta. Sin poder evitarlo, volvió a mirarse en el espejo antes de salir, observando cómo sus curvas se reflejaban de una manera perfecta que hasta a ella le aceleraba el pulso.
Aún colocando los lacitos que tenida a cada lado de sus caderas se topó sin darse cuenta con Iván.
- Perdona ehh no te había visto.- No pudo evitar tartamudear y notar cómo se sonrojaba.
- Tranquila, yo también estaba distraído viendo esa tan lazada perfecta
¿Sonrojarse? Carla sentía como el granate se había fusionado con su tono de piel. De repente el grupo ruidoso de chicas salió y comenzaron a hablar con él alejándole hacia el agua.
Cada clase igual. Tres semanas después y nada. Soñaba con él, imaginaba como sus brazos tonificados la rodeaban y se estremecía sintiéndole sobre ella, junto a ella o donde él quisiera. Aquel tonteo fue el único halo de esperanza que ya había prácticamente olvidado pero esa mirada, esa mirada la perseguía cada día en la ducha, en la cama, en el trabajo. Si su físico imponente no estaba la imaginación de Carla haría el resto, que tampoco era mucho. Muchas veces lo imaginó mientras sus dedos se deslizaban por su pubis bajo las sábanas, con la respiración entrecortada y gimiendo pensando que él estaba ahí, saboreando sus pezones, introduciéndose en ella despacio, sintiendo sus paredes vibrando por él.
Al día siguiente no quería discutir en administración pero daría de baja su abono. Era un gasto tonto que le hacía sentir aún más tonta. Entró en el vestuario agotada de dar explicaciones. Siendo su último día no podía haber elegido otro bikini que no fuera el del primer día que tanto parecía haberle gustado a Iván aunque solo fuera un espejismo.
Quitándose la ropa interior oyó pasos. Cada día llegaban antes y no podía cambiarse tranquila, hablaban alto, reían de manera desproporcionada y no dejaban de rondarle.
- ¿Necesitas ayuda?
Carla agradeció estar mirando a su taquilla y que su sorpresa pudiera esconderse. Sin tiempo a que se diera la vuelta notó como Iván ponía sus manos en su cintura y la susurraba al oído Vamos a la ducha.
¿Podría andar? ¿Sería capaz de andar sin tambalearse?
Nada más cerrar la puerta oyeron como el grupo exasperante que tanto la molestaba inundaba el vestuario.
- Shhh - Iván colocó su dedo sobre los carnosos labios de Carla mientras la estrechaba contra él.- No digas nada, esperaremos a que se vayan. Te quiero solo para mí.
Miles de pensamientos pasaban por su cabeza mientras sentía más humedad que durante las clases dentro de la piscina. Las manos de Iván estaban sobre su cadera, mientras sus dedos acariciaban sus glúteos despacio, suave y su lengua se perdía en su cuello.
- Tienes la piel de gallina. Me encantas.- Susurraba a su oído mientras sentía como Carla temblaba y gemía en silencio, de manera casi imperceptible.
- Nunca hice esto antes, no sé cómo - Iván la interrumpió compartiendo su lengua con la suya.
Despacio introdujo su mano bajo la ropa interior, Carla no pudo evitar gemir más alto sintiendo como sus dedos buscaban entre su pubis.
- Tranquila, ya se fueron. - Ni siquiera se había dado cuenta de que el silencio y sus respiraciones aceleradas eran el único sonido -. No imaginas cómo me estimula oírte y sentir tu excitación en mis dedos
Carla estaba desconcertada, no era capaz de pensar qué debía hacer, cómo debía comportarse. Sin darse cuenta Iván la volvió contra la pared mientras le besaba el cuello y el agua de la ducha comenzaba a caer sobre ellos. Sentía el agua sobre su piel, sobre su erección, deslizándose sobre sus cuerpos prácticamente desnudos. Iván rozaba sus duros pezones con la yema de sus dedos, acariciándolos, rozándolos, humedeciendo aún más su pubis rozando su erección hasta que se convirtieron en uno para la sorpresa de Carla. Un orgasmo intenso, fuerte, vibrante y voraz la sorprendió. No sabía si era la situación, su idealización por él o las ganas que tanto tiempo habían estado contenidas pero todo sucedió demasiado rápido, no quería que terminara. Se dio la vuelta y se puso de rodillas y frente a ella pudo ver todo su esplendor, su consistencia, su firmeza le miró y las palabras emergieron sin apenas controlarlas.
- Disfrutemos de nuestra última clase. La mirada de Carla no podía ser más provocadora.
Viéndola a sus pies Iván apenas pudo sobrellevar como su lengua le saboreaba suavemente sin dejar de mirarle insinuando todo lo que su mente podía imaginar
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