Corregido en el foro Metáforas de Diana Gioia
Llegó la primavera. Las hormonas se suben por las paredes y los ánimos serpentean por los suelos. La crisis enturbia expectativas. El trabajo y los sueldos están cristalizados mientras sostienen un carro de corrupción pintado de verde plomo: la gente piensa que los políticos tienen la solución a sus problemas; no están desorientados excepto en una cosa: que las únicas cuestiones y dudas que los políticos resolverán serán las propias y las referidas a sí mismos y a sus familias, aprovechándose, precisamente, de los sueldos que debían alimentar y proteger a los cuatro millones y medio de parados españoles.
No harán nada más. Ni los de izquierdas, ni los de derechas ni los de centro. Solamente se dedicarán a sufragar sus gastos y necesidades a cuenta de las vidas y los derechos que necesitan quienes les votan.
Mientras los cinco miembros de una familia están en paro y viendo cómo la única casa que pagaban con tanto sacrificio saldrá a subasta porque no han podido pagar la hipoteca, los políticos han cogido sus sueldos brutos y se han ido de vacaciones con sus amantes. O se han comprado coches caros.O envían a sus hijos a colegios privados.
Y nosotros... les seguimos votando como idiotas.
Hemos votado una democracia y hemos dado la dirección de la misma a unos necios que no saben mandar. Sólo saben estudiar como enanos para repetir los contenidos de lo que aprenden como loros en los exámenes para sacar la nota máxima - no todos los políticos tienen un expediente brillante, ni mucho menos- aunque no han asimilado nada de nada de lo estudiado. Porque no por tener una carrera universitaria se es inteligente, necesariamente, o culto. Saber gobernar un país no es fácil y cualquiera no está preparado para ello. ¿Por qué no hacen que los políticos pasen un test psicológico o cinco o diez para ver si están preparados para mandar? Porque seguro que para enriquecerse y hacer más ricos a los ricos sí están preparados. Siguen mandando los mismos de siempre pero envueltos en otros ropajes. Da igual el color del traje que se ponga el gobierno: el forro siempre tiene el color del dinero.
(c)María Teresa Inés Aláez García
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