Cementerio comercial
Por Javi Bourbon
Enviado el 16/01/2015, clasificado en Intriga / suspense
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Soñaba cada día con perpetrar una salvaje y sucia matanza en la que nadie ni siquiera yo quedase vivo
Me daban igual hombres, mujeres, niños, bebes, ancianos o animales. Daba igual. Amigos, enemigos, conocidos o desconocidos. Solo quería ver sangre y vísceras esparcidas por cada lugar que mi vista alcanzase. Quería destruirlo todo, quería jugar a ser un dios. Elegir quien vive y quien muere
Y no dejar a nadie con vida. Sentir como por decisión mía podía arrancar de un cuerpo sus últimos pensamientos y latidos de existencia
Era bello recrear en mi subconsciente mi cuerpo bañado en líquido carmesí, espeso y con un ligero sabor entre férreo y salado
Me suponía en miles de escenarios, vestía de pies a cabeza de negro con la cara descubierta, y fumando un puro habano, necesitaba que a las victimas les quedase grabado en las retinas mi rostro
Entraba en un centro comercial el día de navidad en hora punta. La ilusión y el calor que arrojan estas fechas entre la muchedumbre es palpable en el ambiente
Quería acabar con ello, no me gusta la gente feliz o mejor dicho falsamente feliz
Si todo el año estamos jodidos por que a finales de diciembre olvidamos nuestros demonios para aparentar una inexistente satisfacción personal.
Previamente había cerrado las salidas de acceso más rápido con fuertes cadenas y candados, no quería que nadie faltase a la fiesta. De manera estratégica durante noches anteriores había colocado varios arsenales en lugares ocultos. No hay nada peor que soñar que se te acaba la munición.
Con cada paso que daba mi escopeta corredera se descargaba sobre familias asustadas, la sangre empezaba a manchar suelos y paredes todo se empapaba de pedacitos de cerebro de niños y adultos haciendo de la superficie una pista de patinaje viscosa y rosácea. A medida que avanzaba los asustados clientes del que a partir de ahora seria conocido como El cementerio comercial huían o se quedaban paralizados esperando que les dedicase alguna bala en el mejor de los casos o un machetazo que dejaría esparcidas por el suelo sus órganos, viendo lentamente como morían sus seres queridos.
Me gustaban los héroes que de manera disimulada intentaban sorprenderme y reducirme, ninguno lo conseguía es mi sueño y nadie podrá abatirme. Durante algo más de una hora sigo acribillando a disparos y golpes de machetas a ancianas y embarazadas en la zona premamá. Es divertido. Es suciamente divertido. Creo que algunas de las ya no futuras mamas puedo ver trozos de su ya no futuro hijo desprendiéndose de sus úteros. Maridos y novios despedazados observan la orgía de miembros cercenazos con ojos vacíos
Prometieron nunca abandonar a sus hijos y ni siquiera han podido protegerlos en las entrañas de sus amadas. La población activa de la superficie comercial se reduce por momentos. Reparto bridas entre los supervivientes y ordeno que unos a otros se esposen. Una vez arrinconados y con algún que otro muerto antes de tiempo por negarse a cumplir mis ordenes me siento junto al rebaño asustado y escarlata
Lloran y gritan, otros se resignan y aceptan su destino. Madres dan sus últimos besos a sus hijos, abuelos subsistentes de una guerra me miran desafiantes sabiendo que nada pueden hacer
Llega el momento, apuro las caladas de mi puro. Saboreo la sangre que en gotas tiñe mi cara y baja por la comisura de los labios
Exhalo el humo y presiono un pequeño botón de un mando. El ruido, el fuego y el humo inundan las salas
Me despierto acalorado y con una erección, creo que esto es a lo que llaman un sueño húmedo
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