No soy lesbiana

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Necesitaba buscar un piso de alquiler, necesitaba ese espacio de soledad. Encontrarse a ella misma. Dos cafés mas tarde, localizo a través de un periódico antiguo, lo que podía ser su espacio. Un espacio dedicado a la soledad, a escuchar la música que quisiera al volumen que quisiera. Donde pudiera escribir cuando quisiera, o simplemente tumbarse mirando el universo en pegatinas que pretendía colocar en cualquiera de los techos de su nuevo rincón.

 

Su vida, era una buena vida. Sus amigos la definían como la perfecta. Perfecta en belleza, edad, altura…..Triunfos profesionales y familiares. Preparada a conciencia para labrarse un futuro lleno de éxitos.

 

Pero dentro de todos esos éxitos, la sensación de vacío, vacío rodeada de gente. Siempre buscando algo especial que la hiciera sentir bien, satisfecha con ella misma. Tenía siempre en mente pintar, viajar, componer música, le fascina la música. Gran parte de esa soledad deseada, es precisamente la de componer.

 

La vivienda en cuestión, no es un piso, es una nave industrial pequeñita. Mientras esperaba a la chica de la promotora inmobiliaria, tomaba un vino blanco. Beber una copa de vino la hace sentir tranquila, disfruta saboreándola mientras se fuma un Marlboro. Mantener un secreto así es complicado, algo a escondidas de su marido e hijas.

 

La chica de la agencia llegó, se presentó, me acompañó con el vino y se sentó a contarme las condiciones de alquiler. Todo estaba tal y como me había explicado por teléfono el día anterior. La chica en cuestión, muy amable y sencilla. Parecía tener una personalidad fuerte y se la veía muy segura de si misma. Mientras tomamos la segunda copa de vino, me contaba lo dura que fue su ruptura con su pareja. Lo difícil que lo había tenido. Huérfana, sin hermanos ni familia. En fin, solo con escucharla hablar me sumergió en una sensación de protección casi igualable a la de ser madre. Después de tres copas de vino, decidimos entrar a ver lo que podía ser mi rincón. Al abrir la puerta, fascinada. Estaba habilitada para lo que yo quería. Diáfano, con una pequeña cocina, salón con un gran sofá blanco. Una gran estantería llena de libros antiguos, una pequeña tele y un buen  equipo musical. Escritorio al fondo y poco más. Una puerta que da acceso a la habitación, con una cama grande y un baño que no estaba nada mal

GENIAL Eva….. Ella se lanzó sobre mí, y me dio un abrazo lleno de ternura. Sin casi darme cuenta, Eva me estaba besando. Suavemente sus dedos me acariciaban la espalda, mi pelo, mi cara….. Me deje llevar, el vino nunca ha sido buen compañero. Me hace perder los papeles y porque no decirlo, me pone muy cachonda.. Poco a poco, ella empezó a desnudarme. Sin dejar de besarnos nos tumbamos en la cama. Ella besaba mi cuello, mis pechos. Mis pezones estaban erizados. Me sentía muy excitada y no quería que parara. No lo hizo, su lengua rozaba cada centímetro de mi piel, sus dedos se hundían en mis poros. Calor, excitación, placer….

 

 

 

 

Miles de sensaciones en una sola. No soy lesbiana, le decía, mientras deseaba que mis palabras  no la hiciera parar. Eva me decía yo tampoco, pero tengo ganas de follarte. Su lengua bajo a mi húmedo sexo, y me sentí muy bien. Mis piernas se abrían solas, entregada al más sano de los placeres que nos ofrece el mundo, el sexo. Con la suavidad de su lengua, rozaba cada milímetro de mi clítoris excitado, muy excitado. Sus dedos empezaron a entrar en mi vagina. En cada entrada y salida, se contraía. Su lengua seguía en mi clítoris y sus dedos en mí. Y en medio de un gran gemido y una explosión de placer el orgasmo llega a mí. Eva me besa, y mi sabor me inunda. Vuelvo a excitarme, y me repito una y otra vez a mí misma, no soy lesbiana, no soy lesbiana. Abro los ojos y veo su cara, es una mujer. Pero no quiero que pare, quiero besarla, tocarla, sentirla. Succiono sus pezones, acaricio sus pechos con dulzura y poco a poco mi lengua baja, sin querer hasta tu clítoris. Chupo lentamente su sabor, siento el calor de su vagina húmeda. Mis dedos entran en ella, rozando su interior suave. Mi lengua sigue jugando mientras ella gime. Me da indicaciones, así cariño, suave, haz círculos con los dedos, déjate llevar. Poco a poco, ella se contrae, gime y llega al orgasmo.

 

Tumbada sobre la cama, me pregunto, como ha ocurrido algo así?. El vino, una atracción sexual, el momento. Una experiencia maravillosa que por supuesto repetiré.

 

Al llegar a casa me ducho, y hago el amor con mi marido.


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