Mi vecina de enfrente

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Yo soy Dolly y mi vecina Penélope vive enfrente, nos conocimos hace unos cuantos años, cuatro o cinco, yo aún estaba casada con Francisco, pero ella de alguna manera me hizo saber que era lesbiana y que no le gustaban los hombres para la cama. Al principio lo tomé como una simple corriente sexual, pero de alguna forma me fui interesando en su actitud, tuve el deseo de probar y me fascinó, tenemos relaciones casi a diario, a veces dormimos juntas de noche y quienes nos conocen piensan que somos sólo amigas pero los encuentros son verdaderas fantasías. Una y otra comenzamos con caricias y besos por todo el cuerpo, ambas somos activas, generalmente nos bañamos juntas para poder entregarnos al cien por ciento a la actividad sexual, de esa manera no existe olores que pueda distraer la atención. Los masajes y caricias son generales desde los pies hasta la cabeza, no tenemos control con la lengua ni donde la pasamos con suaves gemidos que excitan aún más el momento, nos encanta hacer el sesenta y nueve lamiéndole desde el clítoris hasta el ano y nos encanta el flujo vaginal de cada una el cual se torna como un almíbar de tanta excitación.

Otro elemento del que dispongo es de videos sobre sexo lésbico que guardo desde que estaba casada y que acostumbraba a mirar con mi esposo antes de las relaciones de cama. También tenemos un miembro fálico doble de veinte centímetros de largo cada uno, el cual utilizamos para unirnos bien sea por delante o por detrás. Los orgasmos son repetidos y largos como nunca los había sentido con hombre alguno, que generalmente están pendientes de sí mismo y se vienen en un dos por tres sin importarles cómo queda una y además son rudos por naturaleza. En cambio con Penélope el deseo no tiene fin, me gusta besarle en la boca apasionadamente, así como dejar que me acaricie por la espalda, los muslos, las pantorrillas y me haga dulces caricias en los pies, sin apuros y luego voy yo con igual sentido de respeto, admiración y placer. Me encanta acariciarle las nalgas, detrás de las orejas, la órbita de los ojos, su boca, sus manos, todo me gusta con ella. En una oportunidad tuve cinco orgasmos y al día siguiente dos. Cosa imposible de pensar con mi ex marido, el cual dejé apenas comencé a tener encuentros con Penélope. Ya teníamos problemas desde tiempo atrás pero al cabo de quince años de matrimonio nos fuimos cansando el uno del otro y así un buen día le dije que ya no quería seguir casada, que quería divorciarme y que se buscara otra o que se fuera sin resistencia ya que era una decisión tomada e irreversible.

La separación tuvo sus bemoles pero yo le di su tiempo y a la final no duró mucho más de lo que me esperaba, me mantuve en mi casa con mis hijos que por cierto una tiene diecisiete y el otro veinte los cuales entienden mi relación sin problemas.

A pesar de que ya cuento con cuarenta y tres años me veo en el espejo y veo una mujer joven, me gusta mi cuerpo, me amo a mi misma me siento muy bien, adoro la vida y estoy dispuesta a continuar con proyectos y metas de vida sin dejar de lado a mi compañera Penélope.

Por ahora voy a dejar de escribir ya que son las once de la noche y ella me está haciendo cariños en mis cabellos, sabe que estoy relatando esta historia la cual le hace gracia y me ayuda con las descripciones de nuestra relación…


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