El Carcaj Dorado

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Sobrevolé mares, ríos y lagos

sin descanso y sin piedad

el cansancio me venció,

caí.  

 

Respiré a ciegas, temblorosa,

y unos seres de hojas secas

me acogieron en sus troncos,

lloré.  

 

Desarmada y dolorida

luché por mi propia vida

por fiebres en mi heridas,

sufrí.  

 

 

Pasaron mil Lunas llenas

y recuperé mi fuerza

surcando de nuevo el aire,

volé.  

 

Algo flotaba en el río

con pálidos áureos destellos  

y como halcón a su presa

me lancé a recogerlo

buscando de nuevo señales.  

 

Sigo el rastro desde entonces

por las riberas de ríos

buscando tal vez las flechas

o el arco o la ballesta

para saber si estás vivo.


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